Y comenzó a llover.
Las gotas formaban círculos que se expandían en el lago del parque de los patos.
Los patos correteaban de un lado para el otro. Algunos se detenían bajo los árboles al comprobar que allí la lluvia no les daba tanto.
Algunos jóvenes pintarrajeaban o incluso tatuaban cosas sobre los patos. Algunos tenían colores inverosímiles, otros tenían trozos de canciones o poesía.
La sonora calma del parque bajo la lluvia se vio rota por los pasos firmes de Octubre. Caminaba con la cabeza erguida y la mirada segura, las manos en los bolsillos. Parecía como si para él no hubiese lluvia alguna.
En un banco del parque, bajo un árbol, le esperaba White Kid. Si hubo sangre en sus manos Octubre no lo pudo saber. La lluvia lo limpiaba todo.
Nada dijo ninguno de los dos. Se sentaron y callaron.
Pasaron minutos que se ahogaban bajo la lluvia y el silencio.
Algo después llegó Margo.
Parecía más irritada que de costumbre.
-Intenta no volver a lanzarte de un coche en marcha. Podrías haberte hecho daño.
-Cállate ¿Y la caja?
-La tiene Snakey. Tranquila, sabrá arreglárselas ¿Qué tal con el poli aquel?
-Hmpf… Ya es cosa del pasado.
-No, después de esto seguro que nuestras cabezas tienen precio. Me he encargado de no matar al que me seguía para que la cosa no sea tan grave. Pero no quiero imaginarme lo que habréis hecho vosotros.
-Imagínatelopensaremos en algo. -entonces desvía la mirada del rostro de su hermana y lo dirige a otro punto- Mírale.
Snake Boy se acercaba corriendo, usando la caja a modo de paraguas.
Estando los cuatro vuelve a recaer el silencio. Todos saben lo que ocurre. Finalmente es Snakey quien transforma el pensamiento en verbo:
-La hemosss hecho buena esta vesss ¿No?
-Sí. -contesta Octubre.- Sin duda alguna alguien dio un chivatazo. A ver si la próxima vez te tragas la lengua antes de ir contando por ahí que vamos a atracar un bar.
-Como la poli vuelva a por nosotros adivina quién hará de escudo humano.
-Es que yo… Yo…
-Tú nada. Tú hablaste de más con tu maldita lengua de reptil y casi nos matan. Toda esta mierda es por tu culpa.
-Déjale, Margo. Como si tú fueses una santa.
-Lo que no soy es una inconsciente que firma su propia sentencia de muerte.
-Lo sssiento.
-Hmpf… Déjalo, da igual. Pero aprende para la próxima. -se gira hacia su hermano- al menos ya tenemos lo que queríamos ¿No?
-Sí, supongo que sí.
-Jajá, lo tengo aquí. Vamosss a repartirlo.
Y bajo el árbol abren la caja y dividen el motín. Tras eso tiran la caja por el borde del parque, que se encuentra en la primera planta de Electrocity.
Cada uno se guarda el dinero y vuelven a permanecer en silencio absortos en los círculos que se forman en el lago y que se expanden hasta desaparecer.
-Menudo temporal ¿No? -observa Octubre.
-Sssí
Pero el comentario banal no destruye el silencio. Todos están bajo la incredulidad de haber no sólo cometido un atraco, sino también escapado a una persecución con la policía. El hecho afecta a cada uno de manera distinta, pero llega al fondo de todos.
Parece que nadie consigue expresarlo. Pero entonces Octubre finalmente dice lo que todos piensan:
-Bien… Lo hemos hecho ¿Eh?
-Desde luego.
-Claro que sssí.
-Dejemos pasar unos días y si todo sigue en calma probaremos en otro sitio.
- ¿Piensas en algún lugar en concreto? -inquiere Margo.
-No, no tengo nada definido. Ya saldrá. Sólo una cosa está clara: si alguien dice algo a otra persona que no sea de los nuestros se va a enterar.
-Vale, no volverá a pasar.
-Bien, -prosigue Octubre- otro punto: habría que avisar a Jeremy de lo ocurrido.
-A saber donde estará ahora ese yonqui…
-Ah… Bueno. Cuando acabé con losss polisss aquellosss aún me sssobraba tiempo y estaba ssserca de casa, así que fui a preguntar por él.
- ¿Y?
-Ha pasado algo. La gente vio como una ambulansia pasaba por la consulta del doctor y nadie ha visto a Jeremy. Debe haber sufrido algún tipo de sssobredosis.
-Eso es preocupante. Alguno de nosotros debería ir a visitarle.
Pero no hace falta ni consultarlo, los cuatro saben bien quien de ellos irá.
Y sale corriendo.
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