Mi viaje llega a un punto en el que no sé a donde debo ir....
Digo, ¿cuanto puedes de verdad avanzar? Si realmente no sabes a donde ir.
Podría por ejemplo tomar el camino de en frente, y ver si al final hay algo que satisfaga mi ser, pero ¿vale la pena el esfuerzo? ¿Hasta que punto debes esforzarte?, debe haber un limite -creo-.
Vienen a mi memoria imágenes de las de veces que he tomado nuevos rumbos; sin embargo, el final sigue siendo el mismo...
Es como si de verdad no importara cuanto camines de día, en la noche tus huesos reposaran en la misma cama, la sensación de soledad no se ira, seguirá allí. Las estrellas no cambiaran de posición a lo mucho se extinguirán en un suspiro, pero entretanto, permanecerán allí, viendo como pasan tus días, recordándote,… acompañándote en tu desdicha.
Debo decir que prefiero el techo, la inmensidad del cielo solo me recuerda la triste añoranza de días mejores, la cruel esperanza y la tristeza de lo que nunca acontecerá.
Muchos Han sido mis días debajo del sol, y a veces añoro que estos terminen, aunque he vivido un cuarto de vida de hombre, he vivido la vida de mil guerreros, y he sido testigo de más derrotas que victorias. Aunque mi alma a veces, se niega a desfallecer en sus esperanzas, mi cansado cuerpo y oscuros pensamientos; solo quieren dormir.
No es que la hermosura de Gaia desaparezca, es que me he dado cuenta que soy incapaz de percibirla. No puedo por más que lo intente verte madre mía, perdóname.
A veces al despertar, mi alma, que descansa en mí, pareciera salir por mi pecho. Mi corazón asustado, como que quiere latir eternamente. Pero el pasar tortuoso de las horas solo lo desalienta.
Recuerdo los días cuando nada importaba, cuando éramos felices en las praderas y verdes campos, cuando nuestros sueños aun eran jóvenes, cuando nuestra alma era más fuerte que nuestro cuerpo.
Estoy cansado, ¡Si!; cuesta levantarse. Cuesta incluso seguir respirando y, la verdad es que el aire que antes llenaba nuestros pulmones y era para mi elixir de vida ahora no es más que mudo testigo de una austera existencia.
A veces he visto la luz, pero más veces la oscuridad se ha cernido sobre mí. De vez en cuando la mirada tierna de ella logra acaso curar mis males. Sin embargo, los recuerdos de guerras perdidas… la desconfianza me sume en mi lecho de muerte, soledad.
No sé si quiera levantarme, he visto suficiente, la vida me dado penurias y alegrías, y yo le he dado mis fuerzas.
Toma de mi lo que queda, que yo tomare de ti un ultimo sorbo....
¡Que sea pasando y pasando!
Septiembre del 2003
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