MONOLOGO PARA EL EXILIO
…Así como has destruido tu vida en este pequeño recodo,
Así la has arruinado en el mundo entero…
Constantino Cavafis
Si me preguntas que hago aquí,
Mujer hermosa,
Puedo decirte las historias que jamás fueron contadas
Puedo hablarte,
Sin faltar a la verdad y sin guardarme nada,
Que vi lo indescriptible,
Escuche lo indecible.
Encontré los hijos de los Dioses,
Ocultos en buhardillas,
En sótanos
Y agujeros
En los suburbios de la memoria
En los extramuros de ciudades abandonadas
Perdidas,
Ultrajadas.
Probé las sobras de mil pueblos en la mesa del exilio
Me senté a contemplar las oraciones de los sabios
Y bebí el mal vino, sentado al borde del andén
O en la orilla del río malo
O junto al abismo
Visite las ruinas de antiguos caserones y castillos,
Donde los verdugos del mundo se ocultan a llorar sus miedos
Y el diablo corre a resguardarse de las pesadillas
Que a media noche sobrevienen.
Encontré la entrada de los foscos socavones,
Donde vienen a parir sus hijos,
Hembras míticas
De todos los rincones que uno sueñe.
Así, de ése modo y en ese sitio.
Me vieron sin detenerse peregrinos de mi tierra
Reclinar la cabeza.
Dormir acaso.
Perder, quizá.
Si me preguntas,
Mujer,
Te diré también que hoy,
Que el tiempo y que el café
Han terminado de redimir los resquicios
Del sueño y las desidias,
Absuelto,
Con los dedos sucios de arena
De cal y de cemento
De muchas casas
Y gentes
Y ventanas donde se asomaban
Muchachas ajenas,
Ya cansado
Pesado, aturdido y viejo.
Puedo decirte ahora,
Mujer hermosa:
Fue éste mi pueblo.
Heme aquí
Con los brazos abiertos.
Para saber,
Que en la plaza
y en el parque
y en la casa
Solo el viento pesado
Y las tardes secas,
Y Octubre cayéndose a pedazos,
Pero ya para mí, nada.
Absolutamente nada.
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