Inicio / Cuenteros Locales / Amianto / Su muslo
Resbaló. Las gotas de su mirada la sirvieron para mantenerse de pie. Cruzó la imagen del otro montada en el líquido. Decidió no volver a pensarlo. La caricia se alargó para mantener los ojos cerrados, bloquear un sentido para encumbrar el otro, respuesta refleja. Ojalá dejará de gritar, de jadear. Los labios húmedos abrieron la herida y dejaron fluir el deseo licuado. La piel mojada vibra, intenta hablar. La piel mojada siente. Sus dedos clavan sus puntas en la delicada curva bajo su espalda. Ya viene el clímax, la taquicardia, el rubor, la explosión, los espasmos, el abandono.
No soltó la navaja.
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Texto agregado el 13-08-2007, y leído por 99
visitantes. (3 votos)
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Lectores Opinan |
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14-08-2007 |
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¡Es-pec-ta-cu-lar! Gracias por subirlo para que podamos leerlo.
***** vaerjuma |
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13-08-2007 |
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Buen relato, buenas imágenes, abrazos! 5* Laura:) MariaL |
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