EL VIAJE A BUENOS AIRES


El anhelo de encontrarse con seres que amas y te aman desde la distancia, familiares y amigos. La incertidumbre de las fechas del viaje por asuntos cotidianos hasta despejar todas las incógnitas.

Por fin podemos escoger fecha y vuelo.

La espera en aeropuertos. Una maleta perdida y recuperada dos días después.

Ezeiza, Buenos Aires. Dos de la madrugada. Frío inmisericorde a la salida.

Calor en los abrazos de Hugo y Lidia, primos de Neus, que vienen para llevarnos a su casa.

¡Sorpresa! ¡Adriana! Antigua “Cromascape” en la Página de los Cuentos. ¡Ha venido a esperarnos desde su Santa Fe! ¡Sólo para abrazarnos!
Abrazo intenso y risas rompiendo el hielo de 0º que blanquea nuestros alientos.

Una cita, un café, un barrio… “Carloel”, Pedro Chedresse, y una compañera de la radio llegan con apuros a la cita. Las distancias son largas en Bs. As. “Shou (Claro de Luna)” y “Cromascape” están con nosotros hace rato compartiendo risas y abrazos. Las manos se alargan para tocar las de los compañeros y confirmar que no es un sueño, no nos importa que la gente nos mire. La realidad física supera a Internet.

La ternura de Neus, el volcán de Adriana, el cariño suave de Mª Rosa, el entusiasmo de Pedro y mi apasionamiento formaron de inmediato una hoguera que calentaba los corazones aquella fría noche bonaerense.

Desde allí a “Radio Flores”

Un portal discreto se abre ante Pedro. El estudio en pleno trabajo. Alexis en el control de sonido. Nos presenta, abrazo a quien desde tiempo atrás recibía siempre la llamada de este corresponsal de ocasión.

Entramos cuando termina el programa anterior. Pedro nos distribuye en el pequeño habitáculo. Éramos catorce en total, la vez que más gente llenaba aquel estudio de radio.

El programa “Utopías” continuaba su singladura del domingo 24 de junio.

Para Neus y para mí ya no era una utopía estar físicamente allí.

Dos actores habían hablado de teatro para niños y adolescentes. Ella seguía interpretando durante todo el programa a Camila, una niña cualquiera de cualquier barrio de la mega orbe. Sus comentarios infantiles y directos provocaban sonrisas entre los asistentes.

Otro de los convocados había hablado del “Tren blanco”, de la película-documental premiada en Berlín. El tren de los “cartoneros” de Bs. As.

Presentaba una ONG que recogía libros de todo tipo para repartirlos entre quienes no los pueden comprar, un joven cuya mirada y voz lograban conectar directamente con el corazón de los oyentes y los allí presentes.

Un saxofonista, un fotógrafo, el productor del programa, una visitante, Pedro y nosotros cuatro.

Se desempolvó la cuña de mi presentación cuando colaboraba como corresponsal en España y las palabras de Pedro arroparon mi intervención.

Me sentí especialmente inspirado al trasladar por el micrófono la utopía conquistada del amor por Internet entre Neus y yo. Mi apasionamiento al explicar nuestro caso encontró el ambiente ideal para que se crease una vibración sutil y especial en la que todos los catorce allí presentes nos sentimos conectados anímicamente.

De ahí pasamos a la lectura de poemas directamente relacionados con los casos que allí se habían expuesto.

Entre nuestro diálogo se colaba nuestra “niña Camila” apostillando y dando toques de humor.

El tiempo dejó de mandar bajo aquel ambiente distendido entre amantes de utopías y nos sorprendió el aviso mudo de Alexis desde el otro lado de la pecera para hacer que tomáramos tierra.

Abrazos, intercambio de direcciones de correo, sonrisas cómplices, satisfacción general, fotos en grupo, en parejas y tríos…Propuestas de cena y despedida.

Pedro nos conduce por el barrio Flores hasta un restaurante y los cinco cuenteros caminamos la noche bonaerense hasta nuestro destino con el asado y el vino tinto.

“Bife de chorizo” de mi corazón, prometo repetir nuestro encuentro, me diste tu sabor desde el primer bocado y ya no te puedo olvidar, el vino riojano fue testigo de nuestro amor y buen entendimiento.

No recuerdo los diálogos que ante la mesa se produjeron, sí las miradas, las sonrisas, las manos en la espalda del compañero/a, la emoción de saber que habíamos vivido momentos inolvidables, de verdadero regocijo. Nos sentimos música armónica, la sinfonía sonaba tan bien…
Pero el dichoso tiempo pone límites a todo y a todos.

Ya los camareros nos miraban mientras recogían las mesas vacías y supimos que nos teníamos que marchar de aquel lugar.

Un viento helado nos empujó bruscamente a la realidad cuando bajamos los cuatro escalones de la entrada al restaurante.

“Os llamo a un taxi de confianza” Dijo Pedro.

Las pocas palabras que dijimos antes de la llegada del taxi apenas reflejaban los sentimientos que nos invadían. Alguna lágrima furtiva en alguna mejilla, algún brillo en los ojos, abrazos apretados.

A los dos días, en la Plaza de Mayo, como una paloma más, Shou aparece entre las fuentes, una llamada la atrajo hasta nosotros desde su trabajo no muy distante de allí.

Un café en una cafetería acristalada invadida por ejecutivos y oficinistas por ser la hora del almuerzo nos sirvió de excusa para estar cerca un poco de tiempo más. Como siempre, los diálogos no están a la altura de las miradas y del tacto, real testigo de nuestra cercanía física.

Mª Rosa ha de volver al trabajo y nos despedimos junto al semáforo que la trasladará abducida de nuevo a su planeta laboral, lejos, como diez mil kilómetros de lejos, aunque estuviésemos unas horas más en Buenos Aires.

Como supuse en Valencia, antes de iniciar el viaje, el encuentro con Pedro, Adriana, Mª Rosa y los familiares de Neus fue como tocar el cielo con la mano y saber qué se siente en él.

Un fuerte abrazo, amigas y amigos. Siempre amigos.