Hablamos de un mundo natural y desconocido, donde solo a los ojos cautos se les permite vislumbrar una ráfaga de su luz, pero a quien el afán y la desesperación lo invade, nunca podrá reconocer su existencia. Por eso, espero acá sentado, mirando la magia del arco iris, fusionado con el ardor del atardecer y divisando a lo lejos las estrellas, conjugadas entre constelaciones que hacen rebosar en mi corazón la magia divina del amor.
!Lo comprendo!.... La existencia misma de mi propio ser representa la utopía divina, que solo un ciego puede ver...