para eleria, de eleria...
porque yo soy eleria desde el primer
momento en que te vi.
Después de unos turbulentos días, llenos de dudas y desazón, de esos que cimbran el alma de las personas y es como si vagaran dentro de un túnel oscuro, donde acecha un peligro a cada paso… de pronto, ves la luz en el fondo y mientras más avanzas más grande y clara se hace, te deslumbra, pero su brillo es lo único que quieres abrazar en ese momento y sentir la brisa fresca en tu cara.
“Mariele, mi amor, aunque antes haya amado, más de lo que te puedes imaginar, cuando se ama por segunda vez es todavía mejor, aún más fuerte… y yo te amo”.
Ella temblaba mientras esperaba que él terminara el comentario.
“Aunque te parezca cursi, comparo nuestros corazones con esas plaquitas de oro que compran a veces lo adolescentes, que compraban antes los enamorados. Ella y yo teníamos una, pero ella se llevó su mitad y dejó mi mitad sola… y estuve vagando, viviendo mucho tiempo con sólo la mitad del corazón.
A ti te pasó lo mismo: viajabas por el mundo con tus alas de ángel, pero sólo con la mitad del corazón… hasta que Dios hizo que nuestras mitades se juntaran y cada fisura de mi mitad albergó una muesca de la tuya.
Cazaron perfecto, se fusionaron ya en una sola pieza, y así, cuando mi corazón late, late para ti también, para darte vida. Y cuando tu corazón late, late por mí, por los dos, porque ya somos uno mismo, con un solo corazón”.
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