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Nos gustaba juntar caracoles de jardín en el frasco de azúcar. Mezclarlos con sal y detergente. Era divertido como se reventaban los pobres bichos, vomitando espuma por doquier. Aunque parece que yo lo disfrutaba más que tú.
A tí te gustaba más perseguir pajaritos. Cazarlos sin herirlos. Darles migas y luego dejarlos volar a los árboles. Eras más ambientalista que yo.
Lo que sin duda nos encantaba a los dos era jugar a la feria libre. Yo vendía papas y tú, esto lo recuerdo muy bien, eras el dueño de los balones de gas. Decías que te hacía sentir poderoso. Bien te hubiera ido en el negocio de los hidrocarburos hoy por hoy.
A veces no me portaba bien contigo. Debo reconocerlo. Abusaba de tí porque eras menor. Te golpeaba con frecuencia y tu no decías nada. Claro, eso fue así hasta que cumpliste trece años. Todavía duele el golpe que me diste en el brazo la última vez que lo levanté contra tí. Fue una de mis primeras lecciones de vida y me la diste tú.
Cuando los años pasaron, nuestros caracteres se hicieron más y más diferentes. Al punto de no hablarnos en años viviendo en la misma casa. Cómo se podría hacer para recuperar ese tiempo desperdiciado.
Con la adultez volvimos a acercarnos, pero nunca hubo ya esa confianza gestada en los años de infancia. Nuestras parejas se llevaron bien y eso nos hizo más fácil la relación. También el nacimiento de mis hijos hizo que tú estuvieras más pendiente de mí.
Sin embargo, aún extraño a ese amigo con quien juntaba caracoles. Está debajo de aquel ingeniero un tanto osco que construye puentes y edificios. Yo se que tu también me extrañas. Aunque viva refugiada entre mi familia y mi trabajo yo se que tu siempre me ves.
Por eso siento tanta tristeza a veces. Quiero recuperar tu amistad me querido hermano. No deseo que el tiempo vuelva a pasar tan rápido y un día ya no estés.
Por eso te escribo esta carta Patricio. La encontrarás debajo de tu puerta de calle. Ven esta noche a tomar un poco de vino tinto a mi casa. Te espero. No falles. |
Texto agregado el 08-08-2007, y leído por 118
visitantes. (3 votos)
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Lectores Opinan |
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14-08-2007 |
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Así debe de ser! A veces la rudeza entierra los verdaderos y más puros sentimientos, y hay que tener el valor de destaparlos tal como haces tú. Una gran lección de la cual tomaré nota. Un saludo y***** josef |
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11-08-2007 |
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¡¡Que bueno!! Es cierto, cuantas veces dejamos los verdaderos cariños y nos damos cuenta cuando ya es tarde.
Muy buen texto MARISOL VAN MIS ESTRELLAS PARA TI.***** tequendama |
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