Tenía que ir a verle. Era el mejor amigo, el único. Ha hecho tanto por mi vida que no me es posible pensar que no podré acudir a la cita.
El dinero, el vil metal era la piedra en el camino, quizá mis dudas... Había gastado dinero más de la cuenta en cosas importantes pero no eran imprescindibles para mi vida. ¿Pedía un préstamo? Ya estaba bastante endeudado, pero, era mi mejor amigo, y él me esperaba.
Tuve que sentarme y pensar toda una tarde. El mundo me decía imposible. Mi corazón susurraba como siempre que esperara, que hiciera mi esfuerzo, el mejor de todos, que pusiera mi amor por ello… Si las cosas me van bien, iré y si no, iré de todas formas. Había entendido que para el amor no hay distancias ni el tiempo cuenta, tan solo en anhelo por verle era lo importante… solo eso.
Esa fue mi veredicto después de pensar toda la tarde. Ya estaba por continuar mis labores cuando sentí las ganas de meditar. Medité una hora… Sólo una hora o más, no lo sé, pero de todo ello saqué algo hermoso que contar…
Estaba sentado, concentrado en ese vaivén del aliento, en ese punto de luz que viene o no hacia mi existencia, en ese sonido absoluto de paz interior cuando el amor me envolvió como si fuera una mano de luz. Vi que sobre mi conciencia entraba como una vara brillante, candente que con mis manos, giraba y giraba, cuando aquella total oscuridad en que me encontraba, cayó como si fueran murallas negras y me dejara ver todo un espacio, un lugar grande, un campo verde. No sentí agitación y caminé hacia un lugar que tenía la forma de concha gigantesca, una inmensa concha acústica. Mientras más me acercaba pude apreciar a personas que corrían hacia aquel lugar. Yo corrí. Y no me detuve hasta darme cuenta que estaba en una reunión con miles de personas que estaban sentadas en el piso escuchando a una persona sentada en el escenario que estaba un poco más alto que todos nosotros y en el centro de la concha acústica. Llegué hacia el lugar y como todos me senté y le vi. Sí, allí estaba mi mejor amigo, sentado en aquel escenario en forma de concha acústica… Quise gritar, decirle que había llegado pero sentí que debía callar y escucharle...
- … Bienvenidos, aquí estamos unas ves mas, reunidos gracias al amor de nuestros corazones. ¿Fue difícil? Por supuesto, siempre lo fue y siempre lo será… Edad tras edad. Civilización tras civilización ha sido siempre lo mismo. Siempre habrá un camino para el sediento cuando hay voluntad. ¿Qué es el amor? Esto. Ustedes y yo reunidos una vez mas, y cuando dejemos esta vida, siempre habrá un maestro y siempre habrá alumnos que deseen aprender la misma vieja lección del corazón, de reunirnos siempre por causa del amor...
El continuó hablando y yo me sentí afortunado de escucharle, de amarle, de servirle, de estar allí que sentí que no era un sueño, que era más real que toda realidad. De pronto hubo un instante que todo se hizo silencio. El maesro dejó de hablar y todos esperamos no sé qué... Luego, una persona de aquel grupo me dijo que el maestro deseaba escucharme. Me dio un micrófono, y me paré. Y cuando lo hice, sentí la mirada de todos, pero más fuerte fue la mirada de él. Jamás la había sentido de aquella forma… Todos mis anhelos estaban allí, frente a mí y no quería saber nada mas, tan solo estar así, frente al amor encarnado...
- Gracias, le dije y luego, me senté.
Muchas más personas empezaron hacer lo mismo. Unos lloraban otros reían, y yo sonreí de tanta felicidad que no pude creer que esto fuera un sueño. Ya estaba amaneciendo y comenzó a garuar, sutilmente. El nos dijo que volviéramos al día siguiente y se marchó. Todos nos paramos y salimos corriendo hasta llegar al otro lado de aquel valle. Yo no tenía adónde meterme así que lo único que hice fue sentarme bajo un árbol y cerrar los ojos… Cuando los abrí, estaba sentado en mi vieja cama, meditando... Cubierto por una sábana y muy feliz… Le había visto y eso me llenó totalmente.
San isidro, Agosto de 2007
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