Hoy no sé que escribir, tampoco cómo. Antes las formas eran evidentes y aún más, quizás, las palabras que emplearía para manifestar lo más nimio de mi humanidad, todo eso que siento, eso que veo, que desconozco, que me deslumbra, otras asombra e incluso asquea...

No supe qué escribir y busqué caminos de expresión. Quise dibujar, pero habría similitudes en los trazos con las intenciones de mis palabras. Quise tejer, y entre los puntos seguían quedando huellas por usar la lana que me sobró cuando antes amé y tejí por amor. Quise leer, pero las interpretaciones seguían siendo tan parecidas a las de antaño que no pude continuar porque las cosas habían cambiado...

He cambiado; sólo que mi mente restringida no permite desentrañar lo que aún espero comprender: Cómo fue que cambié, simplemente.

En algún momento lo percibí como una situación transitoria, cuando oh ingenuidad!... era un nuevo estado de sentimientos, emociones, psiquis, creatividad, tangencialidad, espiritualidad, palabras, belleza...

Estaba haciendo un forzoso y triste ejercicio por buscarme antes... y pasa que estoy y soy taxativamente ahora. Con mi antes y mi después, pero sobre todo con mi ahora.

Me pregunto si continuaré escribiendo poesías después de esto... si no están ya demasiado detenidas en un pasado amoroso y esperanzador que, sin embargo, sigue siendo lo que ocurrió.

¿Redescubriré mis versos? ¿Retomaré mis nados estróficos? ¿Reviviré las sílabas que han muerto? Me invito a un momento callado, en otro espacio al actual. Y es posible que de este silencio nazca otra inspiración. Aferrada a este nuevo estado de momento inexplicable, inescrutable, hermético.

Estos día no riman con nada, no versan. Será que nunca rimo ni rimé y quise transmutar el ejercicio de escribir en un retrato de la progresión del alma, mi alma, el alma de las personas que rodean, de las cosas que han sido útiles y otras fútiles...

Estoy buscando a oscuras la manera de destrozar el dique en mis adentros estancados. Pero mi desesperación puede ser espejo de aquello abyecto que temo simbolizar... los horrores de mi alma. Las partes descuartizadas por el que dirán, lo correcto, lo adecuado... y me canso de representar y tratar de probarle al mundo la bondad del corazón y sólo vivirla obviando sus juicios lapidarios de quien cree que una manifestación honesta de preocupación por el otro es lisa y llanamente un intento patético por chuparle las medias al destino...

Algo de mí se ha muerto y lo enterré en algún lugar que desconozco. No sé dónde llorarle o patearle, vivir mi duelo para volver a empezar, aunque sin saberlo intuyo un comienzo a mi búsqueda. Desproveerme de barreras. De a poco se ha abierto un llanto conocido.

Voy a encontrarme con mis sombras...