¿A qué llaman algunos Literatura?
Hace algunos días, en esta misma página, algunas personas insistían en que este lugar es un espacio de literatura, y en su matraca exhortaban, con cierta intimidación, sobre la obligación de que sus miembros “traten solamente sobre temas literarios” ¿Qué entenderán estas personas por literatura y temas literarios? – me pregunto-.
Y sigo preguntándome: ¿Para qué sirven los libros, el arte del pensamiento, las ideas, las utopías y los sueños? ¿Se podrán escribir? ¿Son material de escritura? ¿Qué significa literatura? ¡No será otra cosa que el Arte de escribir y transmitir a través de las palabras! Y en mi asombro, dejo abierta esta pregunta: ¿Sobre qué hay que escribir?
La maestría no está en el tema sino en la encadenación de esas palabras, en la armonía, y en la construcción, en la propia creación sentida más allá del cuerpo y la razón.
Hace unos días leía en un periódico, de gran tirada, un artículo sobre la necesidad del ser humano en respirar a través del lenguaje, grabarlo para perpetuarse, para sobrevivir; hasta en el universo más hostil la escritura se manifiesta para tocar la vida y romper la soledad y la desesperanza. El artículo lo escribía, un 30 de julio de 2007, el escritor chileno, Ariel Dorfman, “Poemas en Guantánamo”, se titulaba.
Son muchos los trabajos que tengo publicados en esta página en pro del valor de la palabra, del respeto a la creación y del amor y pasión que siento desde el fondo de mi alma por la poesía. Leía el artículo como se bebe un vaso de agua fresca con sed, y me emocionó hasta extremos insondables. Alguna que otra lágrima de emoción me impidió, con claridad, poder seguir leyendo. Son poemas que lloran angustia, clamando justicia, y de sus lágrimas se liberan versos de una calidad literaria y humana conmovedora.
Ariel Dorfman nos presenta estos autores: los detenidos de Guantánamo. Esos presos sin acusación, sin abogado y sin espera de juicio que los libere de la condena de ser solamente musulmanes.
Como nos afirma Dorfman: son tantos los presos a lo largo de la historia humana, como los que él mismo conoció durante los años de la dictadura de Pinochet, y tantas otras tiranías de la América Latina. Estos hombres, en los peores momentos de su existencia, acuden a la poesía para expresarse: los que confían en su Dios para liberarlos; los que confían en algún impreciso amanecer; los que han perdido toda confianza en la posibilidad de ver la luz del día, la luna o el crepúsculo; y aquellos que escuchan el mar, y no pueden verlo. Los que quieren tocar el regazo de la madre antes de que muera, o esos otros que quieren acariciar las manitas del hijo que no conocen. Todos escriben, semiclandestinamente, “en una taza de plástico, con pasta dentífrica, en un trozo de basura” - como nos cuenta Dorfman-, ya “pergeñados en pedazos de papel, o transmitidos de boca en boca”. Escriben como una forma de escapar del infierno y la perversidad, y escriben versos para tocar a alguien. Y eso es, precisamente, literatura ¡Eso es Literatura!
Espero que la censura, esa herejía irrespetuosa, sepa entender que la literatura, como la creación, respira con el pulmón del alma, y es eterna, nadie puede plagiarla, destruirla, ni tan siquiera aislarla, porque el compromiso del escritor y su libertad son Literatura.
Toda la obra de “El Quijote” es un aprendizaje de vida, un magisterio, una utopía contemplada como proyecto posible de redención humana.
Literatura no es otra cosa que el poder de la palabra y el arte de nombrar las cosas, la duda, la angustia, esa sabiduría espiritual de saber escuchar el silencio y la contradicción. Un refugio, un aislamiento, que busca incansablemente un diálogo para romper los barrotes del desamparo y extenderse más allá del clavicordio sordo de la muerte.
Escribir es, en definitiva, una forma más de respirar libertad.
Alicia (maravillas)
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