El sol reinaba en lo más alto mientras el viento recorría mi cuerpo entero, las sensaciones se intensifican cuando el cuerpo esta preparado para ello y aquel, era el momento idóneo.
Pero como siempre, todo no dura lo suficiente, sino es una breve pausa que se intensifica muy pocas veces.
Aquel día era digno de recordar, para dejar plasmado en un lugar muy especial de los recuerdos, los mitos no eran más que comparsas, y el verdadero héroe, el que se cobija dentro de nuestro templo carnal recorría en todo su esplendor mi cuerpo a sus anchas, como hacía tiempo que no lo hacía. Al vaivén del viento y el sol, rozándose lentamente, intercambiando sensaciones externas e internas, así despertaba de su letargo y se confundía con lo cotidiano.
Aquel día me volví a encontrar, es en ese momento en el que nadie debe y tiene que enseñarte nada, en el momento en el que él YO vuelve a brillar y se comprende que el verdadero maestro esta dentro de cada uno.
Silencio,
Escucha el sonido del viento que susurra tu nombre dulcemente cerca de tu oído.
Siente el roce de los rayos de sol que liberan la energía necesaria para el despertar.
Conoce tus limites e intenta superarlos, ya que sin saber hasta donde puedes llegar jamás podrás intentar sobrepasar los lindes de tu propia razón.
Quisiera quedarme atrapado en ese breve instante, donde dejan de existir las lenguas, el espacio y el tiempo, allí donde ser uno mismo es signo de admiración y no significa estar apartado de los demás.
Pero como siempre, todo no dura lo suficiente, sino es una breve pausa que se intensifica muy pocas veces.
Al poco tiempo las nubes comenzaron a tapar al astro y el viento dejó de susurrar, la niebla cubrió el castillo y mi voz dejó de sonar,
Silencio,
Dejé de escuchar, pues las voces que sonaban me eran ajenas.
Dejé de sentir, pues mi alma tropezaba una y otra vez con aquellas piedras en las que yo no creía.
Dejé de conocer, pues mis ojos secos, no concebían aquella adoración al ser fuera de uno mismo.
Pero recordé, como todo en la vida, nada dura eternamente, así que entorné suavemente los párpados y comencé la espera de un nuevo trance que me condujera allá donde mi interior quisiera llevarme, sin importarme realmente si era lo que esperaba o no.
Sin esperar nada más de la vida que simplemente el aire rellanara mis pulmones otra vez.
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