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Seres

Como toda historia esta tiene un comienzo, podría haber elegido cualquier escenario, una explanada llena de césped de un color verde intenso o una piscina en un pueblo que nadie conoció ni le importó, pero elegí un lugar común de muchos egos y cada uno de ellos marcado por una luz en común, La soledad.
Aquel lugar oscuro y por momentos lleno de luz, era habitado por seres que no conocían el tiempo. Los ancianos al pasar recriminaban los ruidos que salían de él, la juventud está loca, musitaban, y los más jóvenes, veían absurdos los comportamientos que pasaban dentro, puretas ridículos, pensaban.
Pero la realidad no llegaba a comprenderla nadie, eran seres que ocupaban la franja exacta de la madurez sobre sus pieles y el pensamiento de la más inocente juventud, con ansias de probar y seguir jugando. Seres sin tiempo ni lugar,

Filósofos de Cartón piedra,
Cancioneros antiguos de olor rancio
Poetas creadores de aristas, sobre lúgubres retretes
Creadores de sombras y angustias,
Adictos al elixir de su propia agonía,
Reyes perecederos sin espejo ni reflejo
Vampiros que no temen al ajo,
Alientos podridos por las heces del rencor

Geometría que se repite en todos los lugares,
Conceptos oblicuos que se enarbolan por encima de todo y todos.
Seres capaces de cualquier agravio,
Pero en definitiva.
Seres que me acompañan,
Seres que están y estarán siempre,
Seres con sus tristes canciones,
Seres que jamás lo fueron.

El ruido de la gente aparecerá, nada mas abrir las puertas del infierno.
Allí donde el ruido de la gente emerja, solamente allí,
Los encontrareis.















16 de Diciembre 1996

Con la edad de 18 años, mi padre se sentó a mi lado, estaba en el comedor. Él a mi izquierda sentado en el sofá, mientras yo recostado en el sillón. Ahí fue donde me encontré con la primera decisión que tomaría y que cambiaría mi vida por completo.
Mi padre llevaba dos años en el paro y fue directo, montaría un Bar, me enseñó las fotos y me dijo que contaría conmigo si yo quería, hablamos de dinero en el tiempo que mi bolsillo era una alacena llena de telarañas, acepté.
En un principio le prometí que seguiría con los estudios, pero mi mente era demasiado inocente en aquel momento.
Los días pasaron desde aquella conversación, con sus fines de semana y mis resacas, poco a poco el sueño de aquel hombre se fue construyendo, mientras que mi sombra se fue arrastrando para ir viendo de lejos todo el montaje de aquella gran obra.
Que decir de aquellos días, era cuando comenzaba a salir del cascaron, comencé a dejarme el pelo largo, comencé a destrozarme el hígado, seguía haciendo cosas que debía esconder y por que no decirlo me enamoré por primera vez, todo pasaba demasiado rápido pero nada importaba más que la fecha de la inauguración y como iríamos vestidos.
Era un bar y mi padre eligió pantalones negros, camisa blanca de cuadros verdes y suéter verde, fue divertido. Los espejos y la madera rodeaban una columna de la cual nacían suelo y techo, tierra y cielo, infierno y paraíso. Así nació el Bar Dila, era 16 de Diciembre de mil novecientos noventa y seis.
Fue una gran inauguración, con risas, cerveza y un dedo cortado, por suerte no fue el mío, pero sin saberlo también comenzamos a dejarnos la sangre poco a poco.



La vida sigue y yo no sé donde estoy

Que contar de mis años siguientes, combinaba el Bar con el instituto, sin dar más de mi, sin querer más que esconderme en las sombras cada vez que podía, en aquellos tiempos los días se iban olvidando al paso de las horas y la memoria desapareció como la antigua Atlántida. Solo conservé pequeñas islas, algunas de extrema belleza mientras que otras eran rocosas y escarpadas, en una de ellas me dejé por primera vez el alma enganchada, recuerdo que era martes y trece y la noticia me llegó de su calida voz, había sido desterrado, mutilado. Recuerdo silencio en una mesa de un bar, mientras que mis lágrimas acariciaban mis mejillas, la primera vez, habría mil más. Allí en ese momento descubrí lo débil que era y sobre todo lo tonto que sería siempre.
No obstante también las hubo bellas, comencé a crear una amistad que llegaría más lejos, se unirían a mi camino Montse, Soto y Feli. Conocería al primer ser sin tiempo que poco a poco nos iría convirtiendo en uno de los suyos. Fue de casualidad lo había conocido mucho tiempo atrás, en el portal de mis padres, yo con la mochila y con cara de asustado, él enorme, tez pálida y pelo negro, su mirada penetrante, la mía rehuía la luz del sol por miedo a quedarme ciego.
Valentín, roquero, sabio y gran bebedor de Jack Daniels.
De aquella época puedo sacar varios islotes más, siempre recordaré muy dentro de mí el viaje de fin de curso, un espacio lleno de vida que recubrió el hueco que necesité en aquel momento.
Demasiado jóvenes para entender, demasiado jóvenes para mantener aquel ideal, descubrí por un breve espacio de tiempo que la utopía perfecta existía, decenas de nombres que el tiempo borró de mi memoria convivieron en un instante, en un fugaz éxtasis de sentimientos y emociones.
Estrasburgo, Praga y Venecia.
Como todo en la vida y cada vez más rápido, acabó.
Regreso, fiebre y separación.
Uno a uno, fueron desapareciendo, dejando vacíos los huecos que habían llenado, pero quedamos los mismos, los de siempre.
El continuo siguió fluyendo, el bar siguió adelante, la sangre siguió brotando.
Aparecieron dos seres más.
Pedro, enigmático, oscuro y gran adicto al elixir de la vida.
Esteban. Republicano, Beodo y gran narrador de historias inconexas.
Tiempos oscuros se cernían sobre el bar.
Llegamos al cenit del negocio, de nuestras vidas en común, Padre, Madre, Hijo. Todos juntos hacia delante mientras, una pequeña correteaba bajo nuestras piernas.
Una esperanza crecía delante de nuestros ojos y muy pocos conseguíamos verla. Mientras, me perdía entre gente nueva que aparecía para quedarse entre nosotros, gente tan diferente que complementaban un círculo casi perfecto, consiguiendo llenar un breve espacio dentro de nuestra soledad interna, Víctor, Las Anas, David, Isma, Celia, Lolo y Paco, este último me entraría más adentro, sería parte de mi, de mi luz, de mi sombra, de mi soledad, de nuestra soledad.
Comencé a no saber cual era mi lugar.







La marca de Mr. Hide

Hasta donde puede aguantar una persona,
La presión, el ahogo, la mutilación que se genera desde la boca de las personas queridas.
Hubo un tiempo en el cual las fechas señaladas se introducían dentro de mí, produciendo un gran dolor,
El pánico sobrevolaba sobre nuestras espaldas, mientras que esperábamos pacientemente a que el ángel de la muerte nos atacara de improviso.
Es justo en el momento, que el héroe de tu niñez gira bruscamente convirtiéndose en un monstruo al que tus lamentos le hacen más fuerte, sin importarle el daño causado, sin importarle nada más que su propia satisfacción.
La ira se volcaba sobre una sola persona, sobre aquella que siendo la más fuerte en sus manos se convertía en una mera sufridora, sobre la madre que no me dio la vida, pero si el amor, haciéndonos a los que estábamos a su alrededor víctimas colaterales, meras sombras que importaban menos que un simple mosquito.
Celos, esa palabra que siempre he detestado, porque era ella, su extensión al máximo exponente la que le convirtió en monstruo.
Reventé y me convertí durante unos escasos segundos en el mal que encarnaba el monstruo.
Un ascensor, Judith, Felipe y Soto, contemplaron el monstruo.
La persona tranquila se trasformó, algo no andaba bien dentro de mi y salió en forma de Ira y violencia, nunca más la vería pero siempre la recordaría.
Discusión inconexa, rabia, cierro los ojos y aparezco con el puño dentro de un ascensor, mis nudillos habían traspasado el cristal de la puerta y mi sangre se derramaba, era una sangre oscura, era una sangre acostumbrada a fluir.
Abro los ojos, lo he perdido todo, algo dentro de mí muere, mientras la cicatriz cubre mi mano derecha, siempre me acompañará, siempre me recordará que el monstruo también existe dentro de mí.
A partir de ese momento, comienzo a preparar sin darme cuenta la siguiente decisión que cambiaria un poco más mi vida, Y quien sino podría darme ese pequeño empujón que mi madre.

Cruzo la calle con ella, y rompo en un llanto, que hacía años que esperaba brotar, ya no aguantó más las lágrimas dentro de mí, tengo miedo y no se salir solo, ella me escucha. Una semana después tengo mi primera visita en el psicólogo.
La vida sigue, contando los pasos, los latidos.













Reinicio

Cuando tu vida forma parte de la basura, solo caben dos posibilidades, seguir retozando entre los escombros o levantar la cabeza para ver que hay más allá.
Así fue y así lo conseguí en parte,
Las sesiones con aquella psicóloga me enseñaron grandes cosas, mostraron lo que mi conciencia intentaba no ver y me estaba destrozando,
Las cosas pasan porque pasan sin más y depende de nosotros mismos el continuar levantados o rendirnos, tan sencillo como complicado.
Resultados:
Me di cuenta que aparte del bar había vida, debía ir apartando del camino los sueños de otros y formar los míos propios,
Debía abandonar todo aquello que no dejaba que mi alma fluyera, y fui cambiando poco a poco.
Creo que fue un día mirando el buzón, una propaganda, un trozo de papel que siempre tiramos al encostrárnoslos, pero fue como si se abriera algo nuevo, lo leí y lo entendí de golpe.
Comencé a estudiar por las mañanas en busca de una salida que me llenara mucho más que servir cervezas y bocadillos a gente que no me importaba nada. El bar se debería convertir en una ayuda, en un escape y no en una servidumbre, para que poco a poco fuera desapareciendo de mi vida, tarde o temprano estaba seguro que ocurriría.
Así, de esta manera me vi, de nuevo libre y ante mi, apareció Otro mundo, conocería a una chica, Lali y con ella encontraría de nuevo a gente que tenía olvidada, Miguel, Carras, Luismi.
De Lali saqué un viaje a Murcia, una noche y mil risas con sus recuerdos y malos entendidos.
De Miquel y Carras otro viaje, Lali también estuvo, pero los protagonistas fueron ellos. De nuevo, en Benicassim la gente cerró una grieta que siempre había existido, llenándola de anécdotas que desembarcarían en otro viaje, esta vez con Miguel, el fin de mi trayecto de aquella etapa y el inicio de mi primera vida en pareja, Fati.




















Linealidad y locura

Siempre llega un momento en la vida, que las curvas van desapareciendo, y si vas dejando que te arrastre, que te empuje lentamente, el camino va tomando una linealidad, la calma llega mientras que las nubes y el sol siguen surcando el cielo.
Depende de demasiadas incógnitas el paseo de nuestras vidas, desde que nacemos hasta que perecemos sin remedio y justo en el momento que parece que todo se endereza, se tuerce súbitamente.
Ahora lo se, entiendo el sentido de muchas cosas, pero no siempre lo he sabido, aprendí a alimentar mi espíritu con las rectas de mi vida, pero con lo que realmente aprendí fue con las curvas. Así he sido y así moriré, tal y como lo marcaron las estrellas el día de mi nacimiento.
Durante esas curvas, el baile comenzó, empecé a tomar notoriedad en mi propia vida y en las que me rodeaban, sin darme cuenta, mi nombre se repetía allí donde había dejado huella, allí donde mi sombra pasase, era recordado y eso me fue transformando. Al liberarme de parte de las cadenas, crecí demasiado deprisa.
Aprendí de lo que tenía dentro y ansiaba salir, mi personalidad explotó, dejando fluir mi verdadero ego, sentí que había sido puesto en este mundo para guiar y mutar a los que estaban a mí alrededor

Texto agregado el 06-08-2007, y leído por 160 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
07-08-2007 Esperando la parte II. Un beso! sombreromarron
 
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