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El hondón del alma


Azulada acostumbra a despertarse antes del amanecer. Ya sabéis de su duelo con el alba. Si por la mañana este hombre no bebe de la las aguas prístinas de la aurora, el resto lo lleva con su alma sedienta, a trompicones, peregrino en pena. Hoy se levantó cuando el sol ya estaba con su sonrisa desplegada encima de la jacaranda. Siempre que Azulada se levanta tarde, luego ya no es lo mismo. Hoy nota como si le hubiesen quitado algo de sus carnes dolidas. Su cuerpo pesa lo mismo que ayer, pero aquí la lógica falla. Que no siempre que uno rebaja su carga, aligera el paso. Ha visto Azulada bueyes embalados con su carreta cargada de piedras hasta arriba, en cambio al regresar de vacío, los vió lentos y aletargados caminar como tortugas. Hay cargas que sin ocupar espacio alguno, pesan como si abultaran más que una rueda de molino. Y básculas que no sirven para pesar determinadas mercancías, sobre todo aquellas que no se compran en el supermercado.

Las albardas que Azulada porta esta mañana, aún sin llevar nada dentro, ya le quiebran el espinazo. Está cansado de la monotonía. Le aburre ver salir el sol siempre por el mismo sitio, el calor del verano le hastía, el verde de la enredadera limita el espectro de su mirada y los afilados pinchos de la sisca se le clavan en el corazón. Azulada no sabe en que lugar del cuerpo esconde la angustia que traga. Por eso le pregunta a Blao que parece no darse cuenta de su hundimiento:

"La sangre está en las venas, el aire en los pulmones, la orina en la vejiga, las piedras en el riñón, tus neuronas en la higuera, ¿pero donde coño se encuentra la abulia que hoy me sacude el alma?"

Desde que Azulada contrató a Blao como su vocero particular, el escritor jamás ha oído salir de su boca la palabra "alma".

Y es por eso que Blao con tono afectuoso le dice:

"¿Cómo es eso, mi ateo creyente? ¡Bienvenido seas al gremio de los espiritualistas! Que para que una cosa exista no necesita ser vista, ni tampoco tener masa, ¡que hasta el vacío pesa y nos cansa!"

Azulada le cuenta ahora a Blao que desde el día en que de niño acompañó a su abuela a la iglesia y se pararon a rezar delante del altar de las "ánimas del purgatorio", decidió abjurar de la palabra "alma". Cada vez que escuchaba esta palabra o simplemente la oía, su cuerpo ardía como el de las pobres criaturas desnudas que penaban en el abismo de aquel retablo macabro envuelto en llamas.

"El alma es mi cuerpo, por eso dejé de substantivarlo con abstracciones que ni entendía y encima me atormentaban. Yo siempre llamé cuerpo, carne, agua,
vino, savia, hijos, tierra, mujer, amigos a las cosas de mi vida. Nunca hasta hoy necesité del término alma para referirme a lo que palpo y vivo. Pero llevo una temporada que mis palabras se quedan cortas y no consigo decir lo que quiero. Las palabras, al menos las que yo conozco, las que manejo, no me bastan para decir lo que siento. Y cuando no atino o no encuentro paralelismo entre la palabra y la realidad que pienso, recurro al latiguillo del alma: "se me parte el alma", "me arrancaste el alma", "te quiero con toda mi alma", "con el alma en vilo", "infarto del alma", "amor de mi alma", "lo siento en el alma"... Ahora mismo por ejemplo para decir que la fragancia de la diamela me la rempanplinfa que hasta la mudez del perro me cansa, y que hasta tú, mi negro escritor, me la sudas, pues bien, vengo y digo que me duele el alma, que es lo mismo decir que mis ojos están triste por no poderme llevar cuando me muera este trozo del bancal que me sustenta. Quiero poner inútilmente palabras a este vacío, y es por eso que recurro a tí, mi negro."

Blao entiende que Azulada le pide sinónimos para describir el sentimiento de frustración que vive en este momento, pero que no pasen por el calificativo de "alma", y le dice:

"Me hago cargo de tus escrúpulos y resquemores frente a la palabra alma. Todos desde lo más profundo de nuestra intimidad alguna vez nos hemos preguntado por el origen, por la ubicación del principio animador de nuestra vida. Y hasta algunos piensan que la muerte nos sobreviene cuando el alma abandona su cuerpo desahuciado. Otros incluso la ven volar al cielo en forma de paloma. El alma que debió ser el instrumento armonizador frente a la dicotomía de la contradicción y el dualismo, he aquí que se convierte en la desertora inculpada, muro distanciador y embustero entre la materia y el espíritu. Puede que el alma sea una invención represora, oscurantista de una determinada cultura religiosa, pero tu tristeza, la desgana, tu abulia, el miedo, la soledad, la nostalgia, tu cólera como también tu percepción de bienestar, de unicidad y singularidad (somos irrepetibles) ... todas estas sensaciones y emociones son una realidad y deben tener su fuente y explicación. El alma como sede de nuestras emociones y sensaciones no es un misterio, tampoco es exclusiva de místicos y poetas, sacerdotes y espiritistas, en todo caso, objeto de estudio debiera ser de la neurociencia, de los que estudian el cerebro, la mente, que no deja de ser
también cuerpo nuestro, como la palabra que con su significado nos abre las puerta de la conciencia."

Azulada mira la huerta vestida de lirios azules, ve como el alma de una rosa intenta redimir con lujuria desbordante su tristeza, pero él no siente alivio ni placer, y le contesta a Blao:

"Puede que la razón te asista, mi negro, pero esta mañana tus palabras no consiguen llenar mi vacío del alma".


Juan Martín Serrano : Azulada

Texto agregado el 06-08-2007, y leído por 445 visitantes. (9 votos)


Lectores Opinan
13-08-2007 **************** Me preguntaba yo ¿cómo llenar el vacío del alma? Cómo calmar esa sed que constantemente nos revela insatisfechos ¿Seremos eternos viajeros del desierto? O tal vez logremos vivir en paz y evitar que el barco se convierta en naufragio? Por favor, Azulada, préstame a Blao, son cuestionamientos tan profundos que necesito de su ayuda. Shou
08-08-2007 Y como dice el poeta: "¡Quién sabe del revés de cada hora! ¡Cuántas veces la aurora estaba tras un monte! ¡Cuántas el regio hervor de un horizonte tenía en sus entrañas de oro el trueno! Aquella rosa era veneno. Aquella espada dio la vida..." Y con la frente pensativa, Azulada, descorre el visillo de un instante poético buscándose y buscando. Un placer leerte. maravillas
07-08-2007 Como siempre, bellísimo texto, con un manejo excelente de las palabras. Me encantó. margarita-zamudio
06-08-2007 maravilloso texto , que más decir, que me llegó al fondo del alma? Dónde está ese lugar? Mis felicitaciones!!! india
06-08-2007 Cuanta Hermosura hay en este escrito! se siente la excencia de las cosas al ir mencionandolas, se siente tu desanimo y no quiero decir que el de tu alma para no traer el recuerdo desagradable de esas imagenes que de pequeño viste pero dire, de tu espiritu, tu espiritu es bello aún asi en este estado de ánimo porque te hace describir muy bien las cosas, mucha sensibilidad hay en ti, lo bien que describes poniendo lo mejor de ti al escribir, es un placer leer cosas tan humanas como este escrito que no me canso de leer, toda mi admiración y miles de estrellas a tu gran don de escritor y a ti que eres una bella persona***** gfdsa_elisa
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