la mujer, objeto de mil miramientos, es la obsesión de si misma, se mira, se observa con las pestañas, suele utilizar un horrible olor sobreperfumado, como las malas noticias
huele, huele como a rosas y a fragancias oscuras y casi invicibles, son hermosas.
Ayer se levantó, tomo un labial y quedó lista, se fue a casa, como si yo no supiera adonde va, con mi hijo en sus entrañas, con mi carta en el bolso, y con la segura creencia que su esposito no sabe nada.
el si sabe, sabe que yo mañana me voy y le dejo a su hermosa mujer, por que estoy enamorado de ella y es un incombeniente para mi labor, ya no vuelvo a vender mi esperma ni siquiera a poner un aviso en internet, que sea lo que dios quiera, yo quisiera una niña. |