Nana de la tristeza y sus amigas

Esta tristeza que me anda dando vueltas,
me abraza con sus dédalos de bella princesa,
no quisiera lastimarla,
es pequeña como una niña recién nacida
pero es mayor a veces,
me pide llevarla al parque a ver cómo se alimentan
los pájaros,
quiere mirarse en la fuente de la plaza, ascender al barco de cemento;
deslizarse por el tobogán y sentirse libre entre los árboles.
Mas, tiene que cuidarme porque me han arropado delirios de abandonarla y ella está celosa…
Cuando advierte que me duermo me abre los párpados con su soplo de cuidadora de ternura.
Me alimenta, me nutre de recuerdos, de épocas grandiosas.
A veces, se une a la soledad y me anuncia visita,
entonces abro la puerta y las dejo conversar en el jardín.
Que se cuenten sus secretos de mujeres maduras.
Porque la tristeza crece y la soledad le acompaña y se hacen camaradas de mis sueños que se duermen en la terraza.
Y luego me llaman y me quedo dormida también entre sus manitas.
Y entonces así, todos los días, y la tristeza se hace vieja y la soledad la sigue y salen a dar un paseo tomadas de la mano por mi alma;
la recorren entusiastas hasta que se agotan y se ríen de antaño;
cuando no se conocían ni tenían de mi noticia…
y todo era una calesita y yo una niña con un dulce entre los labios…