Libertad


Hace años que su apretada corbata le sofocaba. Por lo que ese día decidió quitársela y obsequiársela a un mendigo que venia en frente con una botella de alcohol. El mendigo la tomó con ambas manos, se sonó la nariz y se la devolvió a tiempo que balbuceo unas palabras y trato de sonreír, pero no le quedaban dientes.
Después de caminar con el cuello libre, su jefe le llamo al celular y comenzó a regañarle por un informe que no había entregado a tiempo. Entonces notó que hace años los gritos de su jefe le ensordecían, por lo que lanzó con naturalidad su celular al primer basurero que se cruzó en su camino; el basurero masticó con curiosidad el celular y en menos de un segundo lo vomitó junto a otros desperdicios como relojes, joyas y pañales sucios.
Caminaba a paso mas ligero, ahora que respiraba con facilidad… entonces escuchó el sonido de un cristal roto; miró a sus pies y sintió el crujido de sus zapatos moliendo los trozos de vidrio del suelo, no fue necesario ningún razonamiento extremo para darse cuenta de a donde provenía el vidrio. Miró la manada de gente que corría por la jungla de cemento, y notó que todos caminaban detrás de una gran lámina de cristal.
Vio a una pareja besarse; a través del cristal.
Vio a un malabarista en el semáforo de la calle, lanzando pelotas; a través del cristal.
¡Vio a toda la ciudad viviendo tras una lámina de cristal!
Entonces algo lo sacó de su impresión…
Observó la sucia corbata y notó que esta tenía trozos de metal derretido en vez de mucosidad…
¡Sin duda alguna esta a un gran nivel! –exclamó el hombre sin cristal, mientras seguía con la mirada; el orgulloso y zigzagueante caminar del mendigo que ahora pisaba trozos de diamante puro.