Solía decir, mi amigo y maestro Federico Manuel Peralta Ramos, que a los boludos argentinos los protege Dios. Porque eran los boludos los que conseguían los mejores empleos y las mejores mujeres. En cambio, a los piolas, Dios les soltaba la mano para que se arreglen solos. Además sostenía, que no había trabajo más desagradable, más ingrato e inútil que ser piola toda la vida. Para lograrlo, había que pasarse la misma engañando, confundiendo, tergiversando, ocultando, mintiendo, disimulando, traicionando, adulterando y por sobre todas las cosas desconfiando, porque el piola teme terriblemente que lo sobren en malicia.
Además, nunca comprenden que después de cierta edad, tiene muchísimo mas valor, ser dulce que piola.
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