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Inicio / Cuenteros Locales / gui / La pretensión del loro Juanito (Parte II)

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Una vez que Pedro recuperó el sentido, el mismo que había perdido tras escuchar tan insólita confesión, vio que el loro lo miraba con ojos expectantes. En realidad, el pico del pobre pájaro era demasiado pronunciado, lo que lo hacía muy poco atractivo. Pero, se trataba de un loro, un ave que él había traído a su casa para que lo acompañara en su soledad. Y –por supuesto- no se suponía que un loro fuese tan vano y tan pretencioso como para querer verse más apuesto. Por lo tanto, esta conversación quedó archivada, como si nunca se hubiese efectuado.

Lo grave, fue que Juanito dejo de comer sus semillas, no tocó el agua y ni siquiera se refociló con esas apetitosas miguitas enjugadas en vino con que su amo lo agasajaba los fines de semana. Por lo tanto, en poco tiempo, el lorito fue un amasijo de plumas descoloridas que sustentaban un pellejo que apenas podía contener su profundo desconsuelo. Fue tan extrema la situación y tan prolongado el llanto del plumífero que, sintiéndose culpable de este drama, cierto día, Pedro tomó al pajarraco, lo metió en su bolsillo, como si fuese un pañuelo y lo llevó donde el Dr. Face para que tratara de hacer algo por él.

Ya en los estudios de TV, Pedro tuvo que mentir y le dijo a la promotora que necesitaba sacarse un quiste que tenía en el cuero cabelludo. Esta, una moza regordeta, le miró con desconfianza y le puso en contacto con el doctor Face. Éste se trataba de un señor de edad mediana, refinado y melindroso que le dijo que ese era sólo un ensayo de lo que sería, más tarde, la consulta. Fue entonces que Pedro sacó de su bolsillo al casi desvanecido loro y colocándolo sobre la mesa, dijo:
-Este es Juanito, mi mascota.
-Mucho gusto- dijo Face y, rascándose la nuca, preguntó:
-Dígame, ¿cual es su problema?
-No soy yo, doctor. Es él. Mi loro.
Aquí, Juanito abrió sus ojos y con voz implorante, le dijo al doctor que su vida ya no tenía sentido, que si no encontraba solución a su problema, se abandonaría y dejaría que la muerte se ensañara con él.
-Mi pico es espantoso, doctor. No sabe usted cuan terrible ha sido convivir con esta cosa.
El doctor le contempló, asombrado.
-Si, debemos convenir que ese es un pico horroroso. Pero, todos sabemos que el pico de los loros es así. Sujeto a los cánones de la naturaleza, ese apéndice debe ser el elemento que embellece a tu especie. No puedes medirte con parámetros humanos, por favor...


(Me quedo sin palabras. Menos mal que esto se acaba en la tercera parte)















Texto agregado el 02-08-2007, y leído por 297 visitantes. (8 votos)


Lectores Opinan
21-08-2007 jajajajaja. Besos y estrellas. sigo. Magda gmmagdalena
03-08-2007 ... pisa-papel
03-08-2007 Ahhhhh, otra vez, tendré que terminarlo , de lo contrario muero, jeje*********** Voy Vic 6236013
02-08-2007 Jajaja, el doctor Face... qué buen nombre... No hay que jugar con la naturaleza, jajaja. Anua
02-08-2007 yaaaaaaaaaa anemona_
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