Con eso basta

Nunca se conocieron y ni se encontraron por una sola vez, ambos tenían cierta fama en diferentes campos, por ironía del destino murieron el mismo día luego de una ardua vida, fueron enterrados y honrados, y en su momento sus almas de alzaron al juicio al mismo tiempo.

Uno era un abnegado hombre de ciencias de esos que hay pocos que dedicó su vida a buscar la felicidad humana, el otro era un obispo que siempre fue un ejemplo a los fieles y cuyas misas eran muy celebradas. Ambos hombres, o lo que quedaba de ellos, se encontraron esencia con esencia ante el mismo Dios para sorpresa de ambos.

- ¿Quién de ustedes creyó en mí? – les dijo Él.
- Yo, mi señor – dijo el obispo.
- Yo no – contestó el otro.
- Y ¿por qué?
- Por que sencillamente no me parecía lógico.
- Entonces entre ambos.

Esto también fue sorpresa para los dos hombres y el primero que había contestado replicó.

- Pero ¿si él no creyó en usted?
- Sí, pero tampoco fue un mal hombre
- ¿Con eso basta?
- ¿Acaso tú crees que la fe es creer en un ser omnipotente ciegamente? – Le dijo Dios – Por que la verdad es que la fe es creer en la bondad de todo hombre por más que no se demuestre.
- Pero ¿y su primer mandamiento?
- Esa es materia antigua, es mejor tener los ojos bien abiertos a ser ciego.

Las puertas del Paraíso se abrieron y antes los hombres su esplendor.

- Tú creíste que no creer e mí era igual a la carencia de bondad, por ello estarás aquí en la puerta hasta que yo te deje pasar.

Dios y el alma del científico ingresaron y las puertas se cerraron, el obispo se sentó junto al margen de la puerta. Luego mucho tiempo un ángel salió de la puerta y se dirigió al espíritu.

- Dios te manda esto – le dijo.

Le dio lo que parecía ser un enorme libro grande y grueso y volvió a entrar; el obispo lo abrió y leyó la primera página. “Estudia esto si quieres entrar – decía en la pagina – ah sí, respecto a tú pregunta. Sí, con eso basta” y el espíritu se puso a estudiar un libro de ciencias.

Fin