El ya-no-poeta respiraba el aire de la ciudad sentado entre los cojines de su balcón recordando antiguos b(/v)e(r)sos mientras barajaba palabras sueltas ensu cabeza. Fumaba de una chustilla con parsimonia, mirando la nada; pasando de una estrella que quería hablarle en código morse. "tengo la decadencia servida en un vasito de plata" decía en una breve calada, "esto no tiene sentido; el plato de amor se ha terminado; estaba rico"
Era una noche calurosa y ahora sentía que no sentía nada, rodeado de las flores muertas que antes consideró su jardín. Miró el ajedrez, todavía con las piezas colocadas con el final de la última partida; jugada hacía unos meses, había perdido por un descuido y cavilava acerca de la salvación que podria haber conseguido con un cambio de movimientos que no hizo. "Flores marchitas y jaque mate", estaba colocado y sonrrió riéndose de la nada.
Recordó su última conversación con Schopenhauer:
-Todos hemos nacido en Arcadia - había comentado tras un largo silencio.
- ¿Que quieres decir Schopi?
- Que venimos al mundo cargados de ilusión para darnos cuenta que estamos en manos del destino y nuestra vida no nos pertenece - El ya-no-poeta, que por aquel entonces era poeta, le miró extrañado pensando que podía apoderarse de si mismo y ser dueño de su prpopia voluntad
-... construimos castillos en el aire y luego los pagamos caros con la desilusión- continuó Schopi- la vida es como una partida de ajedrez, preparas tu jugada, pero no prevees los movimientos del futuro, que te llevan a la derrota si no sabes afrontarlos...
En aquel momento, el ahora ya-no-poeta no le creyó, o quizas no quiso creerle. En su balcón, recordando esas palabras se dió cuenta de todos sus movimientos en falso alrededor de sus flores marchitas, movimientos que ahora no podía rectificar que en su momento le hubieran llevado a la victoria ...
Había perdido ...