- NUESTRO ES LO NATURAL -
Él fue quien hizo la casa, la reparo y la ensancho. Todo lo demás lo hacían mi bisabuela, mi abuela, mi madre y mis tías. Recuerdo la mirada de mi bisabuelo, fría, altiva. Solo con mirarnos cada una de nosotras sabíamos lo que debíamos hacer y como hacerlo. Eramos, entre otras cosas, adivinas y para nosotras mismas, divinas.
Ahora todo me viene a la memoria sin apenas esfuerzo. Desde que llegue a Barcelona, hace ya ocho años, ellas me han acompañado en los momentos de soledad, han sido tantos, que son incontables. De él, he sentido desde la distancia, el miedo de su mirada fría, de su presencia.
Nosotras labrábamos los campos, plantábamos y recogíamos la cosecha, picábamos el trigo, y con la harina, hacíamos la masa, preparábamos el horno con grandes piedras, llevábamos la leña atada a la espalda y cocíamos el pan.
Nos íbamos al río para apalear la ropa, y entre risas cargábamos los cestos y los colocábamos en nuestras cabezas, y como si lleváramos sombreros de paja ligeros, nos desplazábamos. Nos bañábamos juntas, nos peinábamos y nos untábamos barro. Nos escuchábamos. Hablábamos. Mujeres fuertes. Todas casi mudas delante de las miradas del padre, abuelo, marido y sobretodo de mi bisabuelo. Sirviéndoles la comida, obedientes y obstinadas en continuar. Ayudándonos todas en los quehaceres y en lo natural de cualquier mujer; EL PARTO. Eso si que era hermoso. Vernos relajadas comiendo y bebiendo, mientras hablábamos en susurros y danzábamos. Luego… un llanto ¡Un grito de vida!.
Yo me obstine en marchar, y aquí estoy, comprando el pan y poniendo la ropa en la lavadora en absoluto silencio. Trabaje en un hospital bajo la supervisión de un tocólogo (obstetra) y cada vez que oía el llanto de un nuevo ser, me estremecía de dolor, me parecía más un grito de auxilio, que de vida.
Pude dejar el hospital mirando fijamente a los ojos del que decía ser mi superior. Me fui con una sonrisa y mis recuerdos…
Recordando que nuestro es lo natural; EL PARTO.
|