La vida de la princesa Bombina era grata, estudiaba canto y danza, paseaba por los jardines del palacio, hablaba con las flores y jugaba con sus mascotas preferidas, hasta que un día el rey la mandó llamar a su presencia y le dijo: Hija mía he decidido que debes casarte, llamaré a los príncipes de los reinos vecinos y lejanos para que puedas escoger un esposo entre ellos. Bombina se quedó muy callada y sorprendida por la noticia, pero luego de pensar unos momentos dijo a su padre: te pido alteza que primero me permitas hacer un viaje por diferentes reinos, me gustaría conocer algo más del mundo. El rey que estaba muy serio, se ablandó ante las palabras de la niña, a quien quería mucho: ...Ya tienes edad de casarte y cuanto antes mejor.... Pero harás ese viaje que quieres acompañada de una corte de mozas y lacayos.
Amalia por qué tengo que casarme?... le preguntó Bombina a su nodriza. ...Porque tu eres una niña muy linda ahora pero pronto serás una mujer y te vas a enamorar de un bello príncipe, entonces querrás casarte y tener tu propio palacio.... Y qué significa enamorar?.... Bueno quiere decir que vas a amar a un hombre, como yo amo a Eustaquio, por ejemplo.... Bombina pensó en Eustaquio, no era bello y tampoco príncipe, al contrario era gordo y tosco en sus modales, por qué Amalia lo amaba?
Entonces tuvo otra pregunta y esta vez se la hizo a su madre.... Mamá tu amas a papá?... Y qué pregunta es esa Bombina? ....Bueno es que tu te casaste con él y yo quería saber si fue porque lo amabas.... La vida no es siempre como la soñamos, Bombina. Cuando yo era una niña mis padres hicieron un trato con los padres del rey y apenas tuve la edad adecuada nos casamos, no hubo tiempo para saber si estaba o no enamorada de él, sin embargo él es un buen hombre y ahora puedo decir que lo amo. Eso satisface tu pregunta?...
Bombina emprendió el viaje deseado y así llegó al reino de los libros, donde conoció a un joven y elegante príncipe que desde el primer día que la vio quedó prendado de ella. A Bombina le gustaba conversar con él y contarle acerca de su reino y de sus mascotas. Mateo que así se llamaba el príncipe era muy educado en las ciencias y en las artes, le gustaba explicar con versos los hechos de la vida y hacía para Bombina que los días parecieran salidos de un cuento de hadas. Vivimos un mundo dentro de otro mundo, solía decirle Mateo a Bombina, refiriéndose a los momentos deliciosos que pasaban juntos, olvidándose de todo lo que los rodeaba. Un día Mateo le pidió a Bombina que se casara con él. Y ella recordando una historia que leyó en alguna parte le dijo para probarlo: Mateo mi padre es un hombre muy malo, prácticamente un ogro. Si quieres casarte conmigo tendrás que luchar contra él. Solo si lo vences podremos casarnos...
Mateo parecía muy preocupado, no respondió y pidió permiso para retirarse. Bombina no lo vió por varios días seguidos, hasta que supo por un miembro de la corte que Mateo estaba planeando un viaje a un reino lejano. Entonces Bombina fue hasta el palacio y pidió verlo..... Que pasó Mateo supe que te vas..... La verdad Bombina es que no puedo casarme contigo, tengo miedo de luchar con tu padre, podría morir en la batalla y estoy muy joven para ello. Es por eso que me voy, pensaba despedirme de ti antes de partir.... Las palabras de Mateo parecían venir de un pozo, donde Bombina sintió que caía y caía sin llegar al fondo. No supo en qué momento la llevaron a la posada donde se alojaba y cuando despertó de un largo sueño de reposo, decidió que era el momento de emprender un nuevo viaje.
Después de cruzar el desierto, Bombina llegó a la ciudad de las flores. Aún estaba muy dolida por lo sucedido, pero las flores eran sus mejores amigas y aquel reino estaba lleno de ellas. Bombina y su corte se alojaron en una casa de campo desde donde podía pasear por los más hermosos jardines. Unos meses después de su llegada cuando admiraba los tulipanes y reía con ellos, vio a un apuesto joven que cuidaba un jardín de rosas. El joven se percató de su presencia y se acercó a Bombina con una rosa en la mano. Una bella flor para otra flor más bella aún..., le dijo.
A partir de ese día Bombina y Francisco se volvieron inseparables. Se encontraban todos los días, paseaban por los jardines y Bombina aprendió acerca del cultivo de las flores más exóticas, labor en que Francisco ocupaba su vida. Se trataba de un príncipe que no tenía un palacio. Vivía en la pequeña casa donde Bombina lo vio la primera vez , ya que su padre había perdido toda su fortuna antes de morir. El y su madre se mantenían enseñando a los hombres del reino a cultivar flores. Fue así como aquel lugar se convirtió en el reino de las flores.
Francisco solía adornar los cabellos de Bombina con una flor diferente cada día. Una margarita, una rosa, un clavel, un tulipán, un pensamiento... todas las flores fueron adorno del bello rostro de Bombina e hicieron crecer entre los jóvenes una fuerte amistad. Bombina se preguntaba si aquello sería el amor. Porque al lado de Francisco se sentía segura y protegida y aunque no sentía estar andando sobre las nubes como cuando conoció a Mateo, la presencia de Francisco la reconfortaba y llenaba sus días. Francisco siempre tenía palabras cariñosas para ella, y de esa manera le confesó un día que la quería y le pidió que fuera su esposa. Bombina le pidió un tiempo para decidirlo y recordó su experiencia con Mateo.
Cuando se volvieron a encontrar le dijo: ...Francisco me casaré contigo si prometes venir a vivir a mi reino. Es todo lo que te pido... Francisco se puso triste antes de decir: ...No puedo Bombina, te amo y quiero que seas mi esposa pero no puedo irme de este lugar, aquí he formado muchos jardines, he adquirido fama y soy reconocido por toda la gente del reino, aunque no tenga un palacio los hombres me consideran como a un rey. Donde vaya tendría que comenzar de nuevo y tal vez no sea bienvenido... Si tu condición es que deje este reino, lo siento mucho pero no puedo... Si decides quedarte nos casaremos y seremos felices aquí en el reino de las flores.
Bombina sintió un nudo en la garganta y un dolor en el corazón, porque esas no eran las palabras que ella esperaba oír. Al día siguiente reunió a su corte para arreglar su equipaje y partieron a través de la montañas hasta llegar al reino de los volcanes. Bombina los visitó uno por uno, quedándose extasiada ante su majestuosidad. En uno de los pueblos cercanos al volcán más alto habitaba un monje ermitaño, llamado Atros. Bombina decidió conocerlo y hasta allí llegó en una noche fría, acompañada de sus lacayos. Su gracia y simpatía conquistaron el corazón de Atros quien la recibió al lado del fuego de la chimenea y después de servirles a ella y los lacayos unas bebidas calientes, le dijo: Adorable princesa, que te trae por aquí?... veo tristeza en tus ojos que quisiera borrar pues nublan el sol que llevas por dentro... ...He venido hasta aquí para preguntarte Atros, sobre el amor, dónde puedo encontrarlo y cómo voy a reconocerlo, también quisiera saber si realmente voy a ser feliz cuando lo encuentre.
Atros sonrió ante la ingenua pregunta de la princesa. ...El amor, querida Bombina es la luz que todos llevamos dentro y que es el reflejo de otra luz mayor, la de nuestro creador. ..El amor no es alguien, ni algo, es un estado del alma que tu conoces cuando hablas con las flores o cuando sientes compasión por los necesitados... El amor que te hará feliz no será aquel que sientas por una sola persona, sino aquel que es universal y que lo sentirás por todos los que conozcas... No solo los que te aman merecerán tu amor, sino hasta el enemigo más fiero siempre tendrá un lugar en tu corazón. Cuando sientas ese amor serás como sol que calienta a todos sin pedir nada o como lluvia que cae en todos los campos sin distinciones de ricos o pobres, buenos o malos. Y recuerda Bombina que Atros estará siempre a tu lado para darte fuerzas y hacerte recordar estas palabras, ya que el camino del amor no es fácil y una princesa como tu puede confundirse y caer muchas veces.
Bombina no entendió las palabras de Atros, ella pensaba en el amor de un hombre que sería su esposo y él hablaba de un amor universal, incluso para sus enemigos. Decidió quedarse un tiempo con Atros para que le explicara más sobre aquel amor, pero en los días siguientes Atros no dijo nada nuevo. Compartieron sin embargo largas y silenciosas caminatas por las montañas, frugales comidas y algunos poemas que Atros leía para ella. Bombina comprendió que el amor podía ser tan simple y maravilloso como ver un atardecer, escuchar el canto de los pájaros o encontrar una bella flor escondida entre las piedras. Comprendió que aquello era la felicidad y se sintió lista para regresar a casa... ...Recuerda Bombina que el amor es como un cielo azul... Si, Atros, como el cielo que cada mañana nos recibe cuando subimos la montaña.
Para regresar a casa Bombina tuvo que pasar por el reino de los cóndores. En el camino los lacayos le avisaron que habían encontrado un cóndor herido. Venga princesa, le decía el lacayo mayor, el cóndor no se mueve, tal vez usted pueda hacer algo por él. El cóndor había perdido algunas plumas, y yacía tendido con las alas abiertas. Bombina tuvo miedo de mirarlo. ....Que pasó amigo... queremos ayudarte... En realidad el cóndor no es un ave bella y una muchacha joven y delicada tal vez no se atrevería a acercarse demasiado. Sin embargo Bombina sintió una inmensa tristeza por su situación y lloró junto a él posando sus labios sobre los ojos cerrados del ave, casi moribunda.
Al instante el cóndor se convirtió en un hombre de mediana edad con elegantes vestiduras, que abriendo los ojos contó a Bombina que él era el rey de aquella región, pero una hechicera convirtió a todos en cóndores y ahora gracias a su compasión se había salvado. El rey invitó a Bombina a conocer su palacio y como aún estaba débil, ella se quedó con la promesa de cuidarlo hasta que su recuperación fuera completa.
Los días en el reino de los cóndores permitieron a Bombina conocer mejor al rey Gustavo, así como enterarse del por qué de sus desdichas. Bombina escuchaba las historias que el rey le contaba y se olvidó de su deseo de regresar a la casa de sus padres. Vivía cada día para agradarlo, preparándole los más ricos manjares, tocando el piano o recitando poemas que el rey recibía con una sonrisa. Sin embargo había en la mirada del rey una tristeza que Bombina no entendía. Hasta que un día decidió preguntarle: ...Que sucede mi amado rey? Acaso mi compañía no te agrada? ...Eres lo mejor que me ha sucedido querida Bombina, pero mi corazón vive lejos de aquí, prendado de una mujer que la hechicera alejó de mi y quisiera volver a ver. Partiré pronto a buscarla y me apena alejarme de ti... Bombina quiso gritar que lo amaba, decirle que aquella mujer no era para él, podría inventar algo para retenerlo, todo pasó como una tormenta por su mente, cuando recordó a Atros y sus palabras de despedida. Te amo y esperaré tu regreso, le dijo al rey. Seré como la arena de la playa que está siempre esperando ser bañada por el mar o como la luna que no puede brillar sin el sol, aunque nunca estén juntos...
|