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tres niños, frente a una casa, arrodillados, rezaban en un idioma ininteligible. mucha gente se puso alrededor, y sus ojos crecieron de sorpresa cuando el color de la casa cambiaba de colores. era una casa abandonada hacía siglos. primero se hizo verde, luego marrón, rojo sangre y así, así... los niños seguían orando en ese idioma que por cierto, parecía una canción... me acerqué para verles los rostros y noté que los ojos de los tres estaban abiertos. sus pupilas brillaban como estrellas de colores diferentes. hice algo que nadie hizo, siempre fui atrevido. los tres niños estaban orlados por flores de bellos colores, eran rosas, preciosas rosas con sus pétalos esparcidos por todo aquel círculo. crucé el bello anillo y entré. me acerqué a uno de ellos y le hablé, pero ellos siguieron rezando sin darse cuenta de mí. de pronto, escuché una voz que salía de una parte de aquel espacio.

- ¿me amas?

no supe qué decir pero respondí que sí.

- ¿darías tu vida por amor?

- sí, respondí.

los niños siguieron orando, pero noté que todo a mi alrededor caía como lluvia, como muñecos sin hilos, volviéndose polvo. luego, percibí como un telón bajando, apagando toda vida y movimiento a mi alrededor, quedando como un cuadro sin marco, la noche, una eterna noche de estrellas de colores. me pregunté qué era esta experiencia, y cómo saldría de esto, pero, no estaba nada mal... de pronto, la voz volvió y me dijo que no temiera, que el universo era una oración, un bello rezo. que si prendiera a escuchar el silencio podría sentir la oración verdadera. la muerte y la vida no son mas que unas líneas, una frases cortas, un parentesis. no escucho mas que tu voz, como un cementerio, respondí. espera, me dijo, y esperé.

mientras esperaba me fijé en dónde pisaba y vi que todo eran rosas de colores, pétalos de flores y rosas... toqué una de ellas y noté que era como ave, una pequeña ave con ojos brillantes y pequeños. cogí otra rosa y era otra ave, diferente, esta era de mas de dos ojos y sus plumas eran como escamas, escamas brillantes como plata y oro.

- ¿me escuchas?, le pregunté a la rosa.

- sí, me dijo, entiendo que eres una bella estrella que viaja a casa, de vuelta al hogar...

- ¿y los niños?, pregunté.

la rosa de ojos de colores y escamas escarlatas se rió como un niño y me dijo que esos tres niños era yo mismo. me fijé bien y efectivamente, todos ellos eran yo mismo, idénticos, pero vestidos diferentes y algo mas, cada uno parecía ser mayor por que el otro. me senté entre la rosas, cerré los ojos y traté de recordar y recordé los tres días de mi vida en que el miedo y el terror estuvo besando mi alma, pero, aquellas veces salvé la vida... ahora, ahora, parecía que ya no podría ser. estaba viajando a mi hogar, con mis miedos, alegrías y recuerdos, y, con mi conciencia... pues noté que cuando quise tocar mi cuerpo, este se hacía aire, como un sueño...

- ¿falta mucho?, pregunté a la rosa.

- no falta nada, estamos en tu hogar, este es tu hogar. tu conciencia es tu hogar. eres nuestro artista, nuestro creador, el hijo de los sueños, respondió la rosa de escamas y ojos de colores brillantes.

me acerqué a uno de los niños que seguían orando y le toqué. apenas hice esto, desparecieron uno a uno como escarcha, diluyéndose en el firmamento… no así sus oraciones que no salían de sus labios si no de aquel universo de estrellas con aroma a pétalos de rosas... me gustó mi futuro hogar y me dije si algún día volvería a la vida.

- ¿vida?, ¿no es acaso esto la vida, hijo del inmortal?, escuché de una de las otras rosas que estaba a mis pies.

- si, le dije, pero quiero ver gente, hablarles, escucharles..., dije.

- puedes hacerlo, escucha mejor, agudiza tu conciencia y verás con los ojos del sueño de los mortales...

- ¿que hago?

- nada, sé y se te dará...

cerré los ojos, si es que los tenía y luego, dentro de mí observé que todo el telón de aquel cielo eterno se esparcía como luces infinitas… me encontré sentado solo, frente a la casa de mis padres, que en ese momento acababa de desplomarse, producto de un gran maremoto, terremoto, junto a una muchedumbre de gente que lloraban de rodillas, clamando a dios, al santo, a alguien que les ayudara... temblaban, pero yo no. quería contarles mi vivencia, mi conciencia, pero sentí callar, y callé.

me paré y vi que estaba solo. todos seguían de rodillas, llorando, rezándole a un dios con nombre propio o prestado, o un santo que se le parezca o escuche. me les acerqué, tomé sus manos y los llevé en fila india hacia la orilla del mar que en esos momentos se elevaba con gran estruendo, sin embargo, les dije que no teman, que escuchasen sus olas internas, su respiración… esperen, agregué. ellos esperaron y esperaron hasta que el mar se hizo calmo así como sus alientos. les dejé y volví a mi casa. me arrodillé y continué rezando y rezando con los ojos abiertos hasta que todo se hizo un cielo de estrellas y voces de ángeles con olor a rosas... luego, mas hacia el final de todo cielo vi un castillo. dejé mi oración y caminé hasta llegar. vi que la puerta estaba abierta. entré y vi que al fin estaba en mi hogar. no había nadie, nadie mas que yo, conciencia pura... y el olor de todas las rosas del universo. no volví a salir pero si tuve muchos sueños...



San isidro, Julio de 2007

Texto agregado el 30-07-2007, y leído por 337 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
08-02-2008 lamentable, sugestivo, real. Cuando el mar brame, brame, brame dónde se esconderán ??? en fila india¿? esta bueno loammi
01-08-2007 mas o menos eldiablox31
 
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