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LA MÁQUINA MARAVILLOSA

Su nombre es Roberto H. Requena, es Doctor en Ciencias y lleva años siendo profesor en la Escuela Superior de Física Matemática, donde todos lo conocen como el profesor Requena ya que es un buen catedrático y le tienen mucho respeto. Durante su periodo de estudiante no fue el mejor, ni siquiera fue sobresaliente, pero su dedicación y constancia lo llevaron a conseguir títulos académicos hasta lograr el doctorado. Desde muy joven consiguió la plaza de docente en su Alma Mater y con su eficiente manera de enseñar ha conseguido formar grandes egresados, cumpliendo así con la premisa de que el mejor estudiante no siempre es el mejor maestro y viceversa.

Como casi todo ser humano, Requena se casó y tuvo familia, pero por desgracia su esposa se le ha adelantado y todos sus hijos están ya casados, por lo que vive solo. De vez en cuando sus hijos y sus nietos lo visitan. Requena podría ser ya un jubilado, pero su amor al arte lo ha mantenido trabajando y lo ha ayudado a verse muy bien conservado.

En su juventud Requena fue un excelente investigador, estudio mucho y un día ubicado en el pasado concibió la idea de construir una máquina diferente, una máquina grandiosa, a la que le dio el nombre de La Máquina Maravillosa, la cual le llevó tiempo construirla, tanto que apenas ahora la ha terminado. Para lograr esta máquina hubo que investigar mucho, trabajar mucho y también madurar mucho. A nadie le contó nunca nada, es un secreto, ni su esposa ni sus hijos se enteraron. Ellos vislumbraban que tenía un proyecto pero nunca preguntaban, de hecho, no les importaba pues tenían ideas diferentes. Así, no hubo problema en mantener seguro su secreto.

Un cuarto aislado y oculto en lo subterráneo dentro de su propiedad, donde sólo el puede acceder asegurándose de poner los candados más ingeniosos y eficientes para alejar su proyecto de la curiosidad, fue el taller donde construyó esta grandiosa máquina y donde permanecen todos los apuntes y planos.

Requena, después de haber estudiado mucho, concluyó que la Creación tenía un secreto, un secreto que la hacía posible y al cual llamó El Secreto del Gran Creador. Este secreto es algo simple, algo que todo mundo ha visto, el péndulo hace notorio este fenómeno llamado movimiento oscilatorio, teniendo su frecuencia y su período. Adaptándose a todos los fenómenos se le generaliza como vibración, el fenómeno de la vibración.

¡Todo vibra!, desde la más insignificante partícula hasta el mismo Gran creador ¡Todo vibra!, los átomos, los electrones, los protones, neutrones, las grandes edificaciones vibran, la luz es una vibración, la música, las ondas cerebrales, el mar, la misma Tierra, la Luna, el Sol y Las Estrellas, vibración, ¡todo no es más que vibración!

Claro, existen niveles de vibración y este es el punto de partida del proyecto de Requena. La energía pura tiene una vibración muy alta y la sustancia etérea una infinita, mientras que la materia sólida es la que menos vibra. De esta manera, el primer escrito de Requena referente a su gran proyecto dice lo siguiente:

“Tomando como ejemplo una hélice, al comenzar su movimiento a baja velocidad es un objeto, pero si la hélice continua girando a mayor velocidad, genera una mayor vibración, no se ve, entonces comienza a emitir un sonido, una nota baja y grave. A mayor velocidad la nota va elevándose en la escala musical hasta que el oído humano ya no la puede detectar, esto es, al aumentar más su vibración alcanza las longitudes de onda que el oído ya no puede escuchar. La hélice continua incrementando su velocidad y alcanzando mayores niveles de vibración, entonces empieza a emitir colores, comenzará con el rojo oscuro, luego anaranjado, amarillo, verde, azul, así hasta llegar al violeta y finalmente al blanco, y al rebasar las longitudes de onda que puede interpretar tu ojo, entonces ya no verás nada. Sigue aumentando la velocidad y con eso la vibración, empezarán emanaciones de electricidad y magnetismo, continúa el incremento de velocidad y vibración, la materia comenzará a separarse en moléculas, incrementando más aún la velocidad, la vibración de las moléculas hará que comiencen a disociarse en sus partículas más elementales, que son sus átomos, por lo que comienza la desintegración. Sigue aumentando la vibración y entonces los átomos comienzan a disociarse en sus partículas aún más elementales tales como los electrones, protones, neutrones y demás, y si continua incrementándose la vibración, finalmente sólo quedará la sustancia etérea que es como un fantasma de lo que fue la hélice. Así se comporta la vibración ¡He dicho!”

Requena entendió esto y decidió, estando seguro de ir por el camino correcto, llevar a la realidad su gran idea, por lo que comenzó a materializarla. El principio era muy claro, pues quería captar todas las vibraciones del Universo, estuvieran en el nivel que estuvieran, ya fueran sonidos, ondas electromagnéticas, etc., reducir su nivel de vibración al mínimo hasta hacerlas sólidas y materializarlas de acuerdo a lo explicado anteriormente. De entrada la idea era increíble pero por supuesto correcta, bien fundamentada, únicamente habría que ver si esto era posible hacerlo realidad.

Sabía que esto era lo más cercano a la verdadera Magia, aunque no utilizaría el aspecto místico, sólo la ciencia. Él había leído en algún lugar la inscripción La Magia no es Brujería, sólo es sabiduría suprema, así es que de lograr su idea, estaría haciendo Magia. Comenzó a imaginar y en su delirio sintió que podía volar, alto, muy alto, y que no se caería porque lo sustentaban las alas de la sabiduría.

Así, años de construcción e investigación tendrían que pasar, noches sin dormir, días sin comer, hasta que finalmente la máquina vio la luz. Requena estaba nervioso, no sabía si su máquina funcionaría, se paraba enfrente de ella y la observaba, la acariciaba, era su creación, lo único grande que realmente había hecho y era el trabajo de toda su vida, trataba de hablar con ella, como si la máquina tuviera sentimientos, pidiéndole que todo saliera bien.

Finalmente, después de este rito, Requena se acercó a la palanca que activaría los complejos mecanismos del artefacto y tuvo una sensación que no era de este mundo, su corazón comenzó a vibrar fuertemente, un escalofrío intenso le recorría el cuerpo y escuchó una voz que le decía ¡Requena adelante! ¡Requena adelante! Las fuerzas están contigo, el Gran Creador ya dio su consentimiento ¡Requena adelante! Atrás de él, por los lados y arriba, aparecían ángeles, los cuales sólo dejaban despejada la parte de adelante que era donde estaba la palanca de inicio. Requena tenía la mano derecha puesta sobre la palanca, cerró los ojos y dijo Perdóname Señor, mi invento no tiene la intención de desafiarte y bajó la palanca.

La gran cantidad de energía que jaló la máquina provocó un apagón en la ciudad, pero esto sólo fue un instante y pronto la máquina se estabilizó y fue autosuficiente. Era de noche y se abrió una bóveda que permitiría a las ondas del Universo entrar directamente a la máquina maravillosa.

Las primeras ondas en llegar a la máquina fueron las más antiguas, ya que la máquina contaba con un filtro que le daba preferencia a las ondas más añejas, después pasaban a un amplificador, debido a que tenían miles de millones de años, eran muy débiles y con poca intensidad y, finalmente, al reductor de vibración, de donde llegaban ya materializadas a la cámara de observación.

Requena estaba ansioso por ver lo que sucedería, quería ver qué había captado su máquina. Esto fue el inicio, Requena vio el inicio, el inicio de los tiempos. Cuando miramos la bóveda celeste, lo que en realidad vemos es el pasado, es decir, la luz emitida por las estrellas nos llega con años de diferencia y nos muestra la actividad de la estrella hace años, el mismo tiempo que tardan las ondas en viajar desde la estrella hasta la Tierra. Por ejemplo, la luz que vemos del Sol es la de hace 8 minutos, pues la luz del Sol tarda ese tiempo en llegar a nosotros. De igual forma, si en este momento se genera una explosión en el Sol, nosotros la veremos con 8 minutos de retraso, al igual, si en este momento vemos una explosión en el Sol, entonces esa explosión sucedió hace 8 minutos. Hay estrellas que ya no existen, sin embargo, su luz nos sigue llegando, porque la luz de su desintegración aún sigue viajando. La luz que nos llega de la Luna tiene un segundo de retraso, por tal motivo, las ondas electromagnéticas guardan información, ningún evento en el Universo deja de ser registrado y está ahí en espera de que alguien pueda revelarlo. Así, ante los ojos del doctor Requena se materializaba el inicio de la Gran Creación, veía una gran explosión, las lágrimas inundaron su rostro, levantó la mano derecha como tapándose la boca como muestra de su conmoción, mientras decía qué hermoso era y se preguntaba si era el primer ser, diferente a el Gran Creador en tener la dicha de ver esto.

El Doctor sabía que esto no era una película ni una proyección, era real, estaban reproduciéndose los acontecimientos, su máquina estaba diseñada para eso, ¡esto era real! Pasó toda la noche contemplando el hermoso escenario y finalmente, muy satisfecho al amanecer, apagó su máquina y se dispuso a tomar un merecido descanso.

Durante el día asistió a dar clase y el tema fue el inicio, el origen del Universo. Sus asignaturas en la Facultad de Física Matemática en el área de Postgrados eran las de Mecánica Clásica y la de Electromagnetismo, pero ese día, para no hacer tan tedioso el curso, decidió salirse del Temario y hablar de otro tópico, la Gran Explosión. Esto ayudaría a relajar las mentes de sus alumnos ya que las asignaturas que impartía eran bastante complejas, logrando crear un punto de fuga en sus alumnos, provocando la posterior mejor asimilación de los conocimientos.

Requena habló con maestría de la Gran explosión y sus alumnos, que por supuesto conocían el apasionante tema por ser gente muy dotada y estudiosa, lo cuestionaban sobre algunas cosas argumentando que la teoría decía algunas cosas diferentes a las que él exponía. El profesor refutaba todo con gran genialidad y dejaba convencidos a sus alumnos, corrigiendo lo que a su consideración eran imprecisiones de la teoría en cuestión. Los alumnos, sorprendidos, decían que parecía como si su profesor hubiera estado ahí en esos momentos y bueno, ellos no lo sabían pero eso era realidad. Él había presenciado en carne y hueso la Gran explosión.

El Doctor decidió publicar un artículo sobre este tema aportando grandes ideas y conceptos, provocando la sorpresa de sus compañeros docentes e, incluso, de personajes importantes exteriores a su institución pero afines al tema.

Todas las noches eran impacientemente esperadas por él para volver a revivir episodios del pasado en su maravillosa máquina, y todo lo escribía. Así fue haciendo su biblioteca particular y, obviamente, su inspiración era inagotable, porque realmente lo que hacía era escribir hechos verídicos que él mismo presenciaba.

Una de las partes fundamentales de la máquina era el cerebro, que consistía en una computadora maestra que controlaba todos los procesos. Como él mismo la instaló y la preparó, debido al secreto que era este proyecto y a la consecuente imposibilidad de pedir a alguien que le ayudara, Requena se convirtió en el tiempo que duró la construcción de su máquina en un experto de los sistemas computacionales, siendo también él mismo quien le empezaría a dar mantenimiento a ese cerebro. Se encargaba de cambiar y reemplazar circuitos, de hacerle limpieza y, más aún, de ir incrementando la capacidad de su memoria. De esta forma, la máquina se mantenía trabajando en óptimas condiciones, mientras Requena también había tenido que hacerse un experto multidisciplinario para dar mantenimiento a cada parte de su máquina, no sólo a la parte electrónica, si quería mantener su secreto como tal.

Todas las ondas que llegaban a su máquina era analizadas e identificadas por el cerebro maestro, y una vez que eran materializadas y nuevamente regresadas a su estado de alta vibración, pasaban a una memoria electromagnética donde eran almacenadas, estando en espera de ser nuevamente utilizadas cuando su inventor lo requiriera. El cerebro también funcionaba como identificador, ya que si una onda que ya había sido procesada volvía a ingresar a la máquina, aquel mandaba un mensaje al Doctor preguntando si la volverían a analizar o si daba preferencia a otras ondas nuevas.

Así, el profesor Requena tuvo de primera mano todos los eventos del pasado, haciéndose incluso narrador de la historia pues él conocía la verdadera historia, debido a que la vivía en su máquina maravillosa. Escribía más y más y su biblioteca personal crecía, pero nunca alteró la historia aunque su máquina también le daba la posibilidad de hacerlo: tenía una escotilla por donde el profesor podía entrar e inmiscuirse en los eventos del pasado. No obstante, esto definitivamente no iba a hacerlo.

Hubo un artículo suyo que se hizo famoso, donde abordaba el hecho de poder viajar en el tiempo. Despedazaba la afirmación de que esto era imposible y con genialidad destruía la idea de que para viajar en el tiempo habría que hablar también del espacio, es decir, desligó al tiempo y al espacio y con ideas claras, contundentes y precisas lo explicaba en su artículo. Claro que sólo quedó como un aporte teórico porque nunca iba a revelar el secreto de que ya había logrado hacerlo en la realidad.

Aunque inicialmente el Doctor Requena se enfocó en realizar investigación del pasado, la verdad es que su máquina estaba hecha no únicamente para indagar en el tiempo. No, su máquina era superior a eso, él lo sabía y entonces decidió entrar en otros temas. Por ejemplo, le gustaba la música con violines, la música instrumental, las música clásica, las grandes sinfonías y también la música moderna, siempre que fuera creativa, novedosa, melodiosa y bonita, así es que introdujo en esta máquina esas vibraciones y también las materializó, viendo lo que nunca nadie había visto, ni siquiera soñado: la música materializada. Eran figuras y personajes, eran sentimientos, eran todo lo que sus compositores habían soñado y pensado al componerlas; lo que veía era la imaginación de estos grandes compositores. Por supuesto, esto también lo escribió, hizo libros, los cuales publicó con los títulos Las historias que guardan las composiciones musicales, El lenguaje de la música, Las figuras de la música, La música de los sentimientos, entre otros.

Requena era grande, más no deseaba que el mundo se enterara. Dicha grandeza sólo él la disfrutaba y se reía y cantaba y brindaba por su única creación. No tenía más, pero ¡qué grande era la cosa única que había fabricado!

El profesor comenzó a jugar con su mente y emitía ondas cerebrales que entraban en su poderosa máquina y que se materializaban. Así, él se veía nuevamente joven y traía de nuevo a la vida a su amada esposa, en verdad que volvía a vivir el pasado. Sin embargo, Requena seguía siendo espectador porque no quería violar la regla que él mismo se había impuesto, es decir, no debía entrar al interior de la máquina. No quería alterar nada, aunque la máquina tenía esa escotilla él nunca entraría, sólo estaba ahí por si acaso sucediera algo que se saliera de control e inevitablemente hubiera que entrar a solucionar el problema.

La máquina de Requena era una genialidad y como se sabe funcionaría para todo, PARA TODO, así es que sucedería lo inevitable ya que esta máquina se había hecho atractiva hasta para los espíritus que habitaban en otra dimensión, pero que por supuesto no se escapaban del fenómeno de la vibración. De hecho, ellos son los que mayor vibración tienen, por lo que llegado el momento, una vez que fuese su turno, entrarían a la máquina del profesor Requena para materializarse.

Hasta este momento, Requena había controlado lo que quería materializar, pero finalmente decidió que debían entrar las ondas aleatoriamente, así es que una noche simplemente no tomó los controles y dejó que su computadora maestra hiciera la selección. De esta forma, los siguientes en entrar fueron los espíritus de sus padres, quienes siempre se encontraban cerca de él y habían notado la presencia de la extraña máquina. Venían acompañados por su hermana mayor, quien siempre tuvo que vivir al lado de sus padres y que prácticamente siempre fue una niña, debido a un retraso mental y una incapacidad, y que había muerto al poco tiempo de que fallecieron sus dos progenitores. Su hermana mayor no había nacido plena de sus facultades, casi fue un aborto, nació de seis meses con la consecuencia de que su cerebro no se había desarrollado bien y la estancia en la incubadora le regó la retina debido al efecto del oxígeno, dejándola totalmente ciega. Requena siempre admiró a su madre por haber aceptado resignadamente el hecho de cuidar a su hija incapacitada hasta el último momento pues sabía que esto había sido algo muy duro y que le había restado felicidad y una vida normal. Cuando su madre murió, él la cargó en sus brazos, le dio un beso en la frente y lloró inconsolablemente.

El Doctor yacía medio dormido, sentado en su escritorio en frente de su máquina, cuando repentinamente aparecieron unas siluetas. Venían los tres juntos y su madre traía agarrada del brazo a su hija, parecía que curioseaban y eran algo cómicos sin quererlo, eran igual que en vida, aunque únicamente se veían las siluetas porque todavía no llegaban a la cámara de materialización. Requena se movía un poco, parecía que se despertaba y su madre dijo, viéndose graciosa y levantándose un poco más, ¡Mira, Juan, se está moviendo!

¡Ohhh!, espérate Juliana, espérate, le decía Juan a su mujer, Calma, lo vas a despertar, ¡shhhh!, silencio. Él siempre era menos desesperado, según, y se seguían acercando. De pronto entraron a la cámara de materialización y vieron sus cuerpos hechos de carne nuevamente, sorprendiéndose. La hermana del profesor venía haciendo el movimiento oscilatorio con la cabeza que siempre hacía, el cual era normal para ella y que siempre le pareció a Roberto que la hacía feliz. Entonces la hermana pronunció su nombre con gran felicidad, ¡Roberto!, ¡Roberto!, mientras su madre le decía ¡Ay!, cállate Griselda, lo vas a despertar, cosa que en verdad sucedió.

El Doctor Requena reaccionó y se despertó al instante, muy desconcertado, pues reconoció el llamado de su hermana y pensó en principio que había sido un sueño, ya que su hermana ya había fallecido. Se acercó a la ventana de la escotilla de su máquina y casi le da un paro cardíaco al observar, ¡Ohhh, santo cielo!, exclamó, ¡No puede ser!, al tiempo que se colocó de espaldas contra la ventanilla, se agarró los cabellos, y lentamente se dejó caer hasta quedar sentado y encogido con las rodillas soportando su cabeza y sin dejarse ver el rostro, agarrándose más fuerte los cabellos e inevitablemente se puso a llorar, a llorar igual que un niño.

Fue impactante ver de nuevo a sus padres y a su hermana. No estaba asustado, simplemente porque sabía que su máquina era capaz de hacer lo que acababa de suceder. No había nada sobrenatural, todo estaba explicado, sus padres estaban nuevamente cerca de él y eran de carne y hueso, su máquina los había traído de nuevo a este mundo. Requena era un niño, no paraba de llorar y su madre se acercó hasta la escotilla, diciéndole ¡Hijo! Como estás ¡Hijo, te queremos mucho! Su padre, quien era muy poco desinhibido, le hablaba sin mucho sentimiento, como si todo fuera normal y seguía con su peculiar estilo cómico, Bueno y esto ¿que es?, le decía a su hijo. Juan también había estudiado, pero sólo llegó al grado de ingeniero, ¿Qué es este artefacto?, ¿cómo le has llamado? Requena ya se había parado y tenía sus manos y su cara puestas sobre la ventana de la escotilla y miraba, y lloraba, y veía a sus padres y a su hermana contestando La he llamado la máquina maravillosa. Su padre respondió muy efusivo ¡Ahhh vaya, mira qué buen nombre!, y comenzó a platicar con ellos. Su hermana Griselda en repetidas ocasiones le llamó por su nombre ¡Roberto!, ¡Roberto ¿Cómo estás?

Requena tuvo un fuerte impulso y tomó la palanca de la escotilla. Estaba a punto de entrar por ella, estaba a punto de violar su propia regla porque este era un motivo superior, algo muy grande y no pensaba, sólo quería reunirse con sus padres, a quienes tenía muy cerca. Esto era igual a un sueño hecho realidad, nadie, absolutamente nadie en la historia de la humanidad había tenido esta dicha y Requena ya estaba decidido. Sin embargo, al tratar de abrir la escotilla nuevamente llegó a él su juramento y se hizo fuerte, decidiendo no abrir la escotilla, siguió platicando con sus padres y les explicó todo, a lo cual su madre le dijo ¡Mi hijo hermoso! Estoy muy orgullosa de ti. Finalmente, Requena les dijo a sus padres y a su hermana que debían volver al lugar que les correspondía y que algún día él se reuniría con ellos, situación que comprendieron, retirándose.

Tras esta experiencia, el Doctor quedó muy impactado y pensativo, llevándole días recuperarse, pidiendo permiso incluso en la Facultad para ausentarse. No obstante, entre más pensaba, más fuerza cobraba una idea, una idea que no lo dejaba estar ya en paz, algo que él siempre hubiese querido hacer, algo que lamentaba mucho, demasiado, con toda su alma, y por lo que había llegado al grado de renegar del Gran Creador. Este motivo era el hecho de que su hermana hubiera nacido invidente y discapacitada. Recordaba cómo lloraba siendo un niño y en ese entonces deseaba ser un mago para cambiar el pasado y remediar las cosas y hacer que su hermana estuviera normal. Él quería ver lo hermosa que se vería su hermana siendo plena de sus facultades. Este hecho no lo dejó conforme nunca.

Requena veía su máquina y sabía que ella podía hacer que el pasado cambiara, aunque su regla de oro se lo impedía, pero esta regla estaba vigente hasta que él quisiera. Entonces dijo: ¡Al diablo con la regla! y decidió que iba a cambiar ese pasado, sólo eso, eso era lo único en lo que iba a intervenir y nada más. Él le daría a su hermana la oportunidad que el Gran Creador no le había dado. No lo pensó más y solamente se enfocó en el objetivo.

Pero existía una diferencia entre cambiar el pasado y materializar a los espíritus. Al cambiar el pasado Requena regresaría atrás en el tiempo y modificaría todo, incluso, el espíritu de su hermana se vería diferente o quizás aún no estaría muerta. Materializar un espíritu sólo era eso y no se modificaba nada, por lo que pensaba, tal vez, en que nada hubiese pasado de haber abierto la escotilla para reunirse con sus padres. De cualquier manera, ésa era una oportunidad que ya se había ido. El profesor iría atrás en el tiempo e igual los vería, sólo que su aspecto sería más viejo que el de ellos.

Ahora Requena, el gran Requena, tenía en sus manos la posibilidad de cambiar la vida que fue de su hermana. Requena se había convertido en mago, ese mago que tanto había deseado ser en su infancia. Empuñó su mano derecha y se dirigió a la computadora para meter los datos necesarios y que ésta filtrara las ondas correspondientes a ese tiempo y ese espacio.

Finalmente Requena se sitúo poco antes de que su madre se embarazara, vio los eventos por la escotilla, y sin titubeos abrió la inviolable puerta para sumergirse en el pasado. Hábilmente logró hacerse amigo del joven matrimonio y estuvo al pendiente del momento en que lograra quedar embarazada su madre. El Doctor conocía bien la historia, su madre se lo había explicado todo pues siempre estuvieron muy ligados. Eran dos cosas a las que se le atribuían la consecuencia de que su madre hubiera tenido problemas durante la gestación de su hija, una de ellas era la falta de atención por parte del inmaduro padre y la otra un evento situado a finales de los años sesenta, un movimiento estudiantil. Su madre, precisamente el día en que sucedió ese mitin con lamentables consecuencias, visitaría a un tío suyo, se toparía con el movimiento y, envuelta entre alumnos y militares, disparos y gritos, se asustaría mucho, estando a punto de morir y sólo salvada por su calidad de embarazada al toparse con un militar que se compadeció de ella y la ayudó a salir de la zona. La consecuencia fue que al poco tiempo se complicaba el embarazo y la niña nacía prematura. Requena se centraría en esos dos puntos específicos.

El Doctor fue atento y amigable con el matrimonio todo el tiempo, siempre dando consejos al esposo, tratando de convertirlo en un mejor padre para la hija que venía en camino. Le decía Cuida a tu esposa, atiéndela, su estado es delicado, hazlo por la hija que esperan. Siempre hablaba de una hija, lo cual le fue cuestionado por el matrimonio ¿Por qué estas tan seguro de que será niña? Requena contestó Bueno, no lo sé, simplemente se me ocurrió, pero claro, también podría ser hombre, es un 50% de posibilidad tanto para hombre como para mujer ¿verdad?

Sus atenciones fueron tantas para su joven madre que el esposo pensaría que el hombre viejo tenía alguna intención con su esposa, provocando que él mismo atendiera mejor a su mujer. Así, sea como sea, estaba lográndose el objetivo. Llegado el día del tan desagradable evento, Requena simplemente se dio a la tarea de evitar a toda costa que ella fuera al lugar, algo que no fue nada sencillo, ya que al parecer el destino busca su cause ya escrito. Sucedían cosas inesperadas y lo peor era que su madre estaba terca en visitar a su familiar y nada la hacía cambiar de parecer. Finalmente, Requena miró al cielo y le gritó a alguien que aunque esta vez no pudiera lograr su objetivo él de todas formas regresaría y se las ingeniaría para lograrlo, no importando que este trabajo le tomara toda la eternidad, al fin su máquina le daba ese poder. Poco tiempo después, inexplicablemente, la mujer cambió de parecer y decidió quedarse en casa.

Requena estaba feliz, lo había conseguido y estaba seguro de que su querida hermana nacería bien y saludable. El profesor se quedó un tiempo más hasta ver nacer a su hermana, siendo el primero en felicitar a la joven pareja y cargar a la recién nacida con mucha felicidad y anhelo. Cuando creyó prudente sacó un hilito rojo para pasarlo delante de la vista de la niña, quien reaccionó al movimiento del hilo y lo siguió con sus ojos. Requena volvió a llorar, ¡A que llorón eres Requena!, se decía, y pronunció la palabra ¡Bien! La misma prueba la había hecho su madre en otro episodio en el tiempo que ahora simplemente ya no existía, donde la reacción de la niña había sido totalmente distinta, de hecho no había reaccionado ante el movimiento del hilo rojo, comprobándole a su madre que era ciega. Esta prueba la realizó su madre motivada por una niña que sin las barreras de la conciencia, sin tener el sentimiento de la crueldad, le había dicho a la señora que la niña era ciega.

Requena se aseguró de que la niña estuviera bien de sus facultades y desapareció para volver a su lugar en el tiempo y el espacio al lado de su máquina. Ahora su mente se llenaba de una nueva historia, mientras sonreía. Su hermana incluso aún vivía y había tenido una vida muy agradable. Las dos historias convivían en la mente de Requena, pero sólo él lo sabía y nunca se lo contaría a nadie.

Días habían pasado y nadie sabía del profesor, así es que estaba reportado como desaparecido. Habían revisado toda su casa y para su mala suerte encontraron su lugar secreto y, forzando la puerta, se encontraron con la extraña máquina. La sorpresa más grande no fue la máquina sino algo más: Requena, al internarse en el pasado, había cometido el error de dejar abierta la escotilla y como la máquina debía permanecer trabajando mientras él se encontraba en el pasado cumpliendo su cometido, esto dio oportunidad a que espíritus se materializaran al igual que otros seres que nunca habían sido materiales, aprovechando el descuido de Requena.

Los espíritus eran de personajes de la historia, grandes guerreros y personalidades no muy buenas, que al encontrarse en el mismo sitio debido a la tremenda máquina, comenzarían a pelear entre ellos y en contra de los intrusos que habían llegado al lugar, hasta matarse. Pero ¡ahhh, sorpresa!, porque ahora la muerte ya no era el fin. Lo único que sucedía es que morían, sus espíritus se desprendían de sus cuerpos, pero volvían a entrar a la máquina y volvían a materializarse. También estaban materializados estos seres que como se dijo nunca habían sido materiales, tales como los demonios, duendes, etc., y todos estaban juntos. Era una guerra de los tiempos y de las leyendas y las fantasías. Todo era un caos y la noticia por supuesto ya había atraído la atención de una nación muy poderosa, que se había ya interesado mucho en este fenómeno y que comprendía era producto de esta misteriosa máquina.

Requena por fin llegó y salió de su máquina únicamente para darse cuenta de lo que había pasado. No podía creerlo, pero casi de inmediato comprendió lo sucedido y se horrorizó y comenzó a pensar en qué hacer para remediar el error que había cometido, ojalá y esto fuera posible.

El Doctor tenía que pensar, pero pensar rápido y así lo hizo, se clavó en la computadora, no hubo mucho problema, casi pasó desapercibido entre el caos y las peleas. Todos estaban entretenidos peleando y tuvo dos ideas que podrían solucionar el problema. Una era regresar al pasado próximo y solucionar el problema, y la otra era pedirle a su cerebro maestro que buscara alguna onda o una mezcla de ondas que hipnotizara a todos, o que primero emitiera una y luego las demás, buscando el mismo resultado. Requena había estudiado sobre hipnotismo y sabía que no sólo se podía hipnotizar a los de mentes débiles, sino a cualquier persona, algunos se hipnotizarían con palabras, otros con movimientos, otros con música y así dependiendo de la personalidad de cada quien. Sólo habría que encontrar qué es lo que más le gusta a cada persona y la hipnosis es posible, ni siquiera es necesario mirar a los ojos pues en realidad lo que hipnotiza a la persona es la vibración, ¡otra vez la vibración!.

Requena se decidió por la segunda opción, así es que programó a la máquina para buscar las longitudes de ondas sonoras que tuvieran estos efectos, se tapó los oídos y comenzó la operación. Los filtros comenzaron a actuar para dejar pasar sólo a estas ondas y las ondas fueron recibidas, ya que en el Universo se encuentra todo, y fueron amplificadas. Requena hizo un pequeño movimiento y las desvió de la cámara de materialización para que únicamente se escuchara el sonido.

Pronto todos eran hipnotizados, hasta los demonios, duendes, etc., y Requena daba ordenes para que los que ya no eran de este mundo y los que nunca lo habían sido regresaran y olvidaran todo. A los humanos que aún pertenecían a este mundo igual les ordenó retirarse y olvidar todo una vez que recobraran la conciencia.

Requena volvió a quedarse solo y tuvo que hacer un movimiento más para solucionar por completo el asunto, debido a que los medios ya estaban bien enterados y la nación poderosa estaba tras la máquina maravillosa. Obviamente la hipnosis que había provocado tenía efecto localmente, no para todo el mundo, así es que se dio a la tarea de remediar el problema, sabiendo que no tenía mucho tiempo, por lo que debía apresurarse, pero antes aprovecharía por último a su máquina.

El profesor siempre había sido atraído y trataba de explicarse los sofisticados mecanismos mediante los cuales la naturaleza hace que nazcan, crezcan y florezcan las plantas, los árboles, etc., y entendió que esto era debido a la radiación que recibían procedente del Universo. También se interesó en los sofisticados mecanismos mediante los cuales la naturaleza genera la evolución de las especies. En su razonamiento pensó que de alguna manera la naturaleza detecta los cambios de las condiciones de vida que se van presentando a través del tiempo, generando poco a poco la evolución y adaptación de la flora y la fauna.

Así es que ahora con su máquina iba a buscar comprobar una teoría desechada ya hace tiempo, la de la generación espontánea. Las personas casi nunca se ponen a pensar cual es el origen de las cosas, simplemente saben que hay especies de animales, de vegetales, etc., el mismo hombre. Algunos entran en el gran paradigma de qué fue primero, ¿la gallina o el huevo?, y a la mente de Requena viene la respuesta que una niña dio una vez cuando le hicieron esa pregunta, ¿Qué fue primero?, ¿la gallina o el huevo? Y ella contestó en forma inteligente y espontánea, El dinosaurio ¡Qué buena respuesta para ser una niña de apenas 9 años!

Requena sonreía porque tal vez él si tenía la respuesta correcta. De hecho, su máquina estaba a punto de comprobárselo. El profesor sabía perfectamente que todo lo que crea el hombre es una imitación de la naturaleza, todos los grandes descubrimientos y avances del hombre son simplemente una imitación de la naturaleza, la cual siempre ha utilizado esos sofisticados mecanismos, por lo que el hombre sólo tiene que observarla, y Requena dedicó su vida a eso. Quizás nunca fue un afamado estudiante, pero vaya que fue un tremendo observador y con su constancia lograría entender muchas cosas, dominarlas y crear su formidable máquina.

La materialización que su máquina producía no era más que una imitación de la naturaleza, que tiene una eternidad haciéndolo. Él solo la observó y la descubrió. La naturaleza es una de las grandes colaboradoras del Gran Creador.

Así, Requena se preparó para efectuar el último trabajo con su grandiosa máquina, programó a su cerebro informático para buscar ciertas ondas, y ante sus ojos comenzó a ver el milagro de la creación. Estas ondas singulares y grandiosas de alta energía, de alta frecuencia, pasaban por el filtro, pero lógicamente había que amplificarlas pues eran muy antiguas. Entonces pasaron a los amplificadores y al llegar a la cámara de materialización de la nada comenzaban a crear primero células, luego microorganismos, luego huevos y finalmente animales. Era la fauna. Requena exclamó ¡Bendito seas señor y reinas en la eternidad!, esto era la generación espontánea. Pronto aparecieron plantas y con ellas flores hermosas de todos colores. La máquina reproducía la creación de la flora y la fauna de una forma mucho más rápida de lo que la naturaleza lo había hecho y así, desde la ventana de la escotilla, vio la evolución en unos instantes, no entraría, y se decía ¡Hay Requena, no vayas a llorar!, ¡otra vez!, ¡Requena, que llorón eres!

El Doctor apuntó y completó su biblioteca, su gran biblioteca, la mejor biblioteca del mundo, con la información más importante y real, escrita por él que vio en persona y verificó las cosas. Se acercó a su máquina y la programó para autodestruirse. Como todo Gran Proyecto, esta máquina contaba con un mecanismo de autodestrucción, ¡por si las moscas! Requena entraría en ella y se destruiría junto con ella, llevándose consigo toda la información y los planos de la misma. No debía de quedar ningún indicio de la existencia de la máquina, sólo la biblioteca, siendo la aportación del Doctor Roberto H. Requena para la humanidad.

Todo estaba listo. Requena se disponía a entrar en la máquina, la secuencia de autodestrucción había comenzado, cuando repentinamente una onda entró a la máquina, una onda de vibración infinita. El profesor lo percibió y se asombró. La onda se acercaba, era algo muy poderoso y bueno, Requena podía sentirlo. La onda llegó hasta la cámara de materialización y dijo ¡Requena, acércate! Entonces Requena entró a su máquina, viendo lo que nadie nunca había visto, por lo menos que se supiera. Él ahora tenía esa dicha, enfrente tenía a alguien que se presentó como el Gran Creador. Requena ahora sonreía, no lloraba. Aquel Ser le decía ¡No destruyas tu máquina!, te propongo algo mejor, al tiempo que con su voluntad detuvo la secuencia de destrucción de la máquina, Al hombre lo diseñé a imagen y semejanza mía con la idea de que un día me imitaran. Nadie lo ha logrado más que tú. Yo autoricé que construyeras la máquina desde el momento que envíe esa onda a tu cerebro para que materializaras el invento. Los cerebros y las mentes de las personas también son máquinas materializadoras, pero todavía no lo han comprendido bien, si te elegí a ti es porque eres bueno y puro de alma y sabía que no ibas a hacer mal uso de ella. Ahora tu no morirás para siempre, de hecho nadie podrá decir que moriste, no habrá un cuerpo material que dé indicio de eso, tu misión en esta Tierra ha finalizado, es hora de irnos.

Inmediatamente la máquina se cerró y comenzó a vibrar y a vibrar. Primero eran sólidos hasta que comenzaron a emitir un sonido, una nota suave y grave, y fueron subiendo en la escala musical, luego comenzaron a emitir colores, empezando por el rojo oscuro, amarillo, verde, azul, hasta el violeta, después luz blanca. Posteriormente empezaron las emanaciones de electricidad y magnetismo, luego la descomposición de la materia en moléculas, a lo que siguió la descomposición de las mismas en átomos y luego la descomposición de los átomos. Los átomos se descompusieron en sus partículas elementales, electrones, protones, neutrones y demás y, finalmente, sólo la sustancia etérea. Habían dejado el mundo material y desparecían en la nada.

La nación poderosa había enviado un grupo para llevarse al Doctor Requena y su maravillosa máquina, pero llegaron un poco después y simplemente no encontraron nada. Ambos se habían esfumado, no quedaba ningún indicio, con excepción de una biblioteca llena de información preciosa.

Texto agregado el 30-07-2007, y leído por 581 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
04-08-2007 Estoyyyyyyyyyy me llebo unos dís leerlo pero aqui estoy!!!! te dire que hau mucha fantacias de parte del doctor aunque muy interesante su quimica cientifica... pero no me gustaria entrar a la maquina esa me gusta vivir la realidad de mis días como Dios manda. te felicito muy bien estrito el cuento ***** y besitosss (lo demas lo dejo en tu libro) ///NIL//// nilda
02-08-2007 Amena historía, que nos muestra esta magia de una manera lógia y a la vez no tanto. Me gustó ese toque cientifico sinobivar la existencia de Dios, más su existencia siguió careciendo de lógica dentro de la historia. - Pero la verdad es que es algo imposible - ¿La maquina? - No, el doctor Requena. 5* Jonh
 
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