México 68
El escritor ve por la ventana una manifestación y se imagina a un estudiante de economía que toma el micrófono y se dirige a sus compañeros. Mueve los brazos y agita las palabras que penetran las conciencias.
Escucha el estallido de una bengala y unos francotiradores abren fuego sobre la multitud. Los soldados obedecen la voz de mando y atacan también a los civiles que se inconforman en la plaza de las tres culturas. La muchedumbre se dispersa, algunos se ocultan en los edificios y otros ruedan, heridos, en el pavimento.
Emilio, el estudiante de economía, tropieza y cae al suelo, en medio de los gritos y la confusión recibe pisotones y golpes accidentales de parte de sus compañeros que intentan escapar del genocidio. Como puede, se levanta y corre. Los proyectiles, a su alrededor, surcan el aire y se impactan en muros, huesos y carnes.
Emilio, envuelto en un vértigo, esquiva las balas: una pasa cerca de su hombro, otra roza su zapato y una más, silbando, casi toca su cabeza. Al apresurar su huida logra perderse en la imaginación del escritor, quien endulza su café, mientras afuera en la realidad el tiroteo continúa, y Emilio yace inerte sobre la banqueta.
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