Quizás sería mejor que llamara a casa.
Estaba abajo,pidiendo una ensalada de puerros y tomate.-que más desea señor me preguntó la camarera-y me quedé pensando que quizás sería mejor que llamara a casa.
Estaba solo en el bar del hotel, una turista estaba tomando un café.
Recordé que había dejado la ropa colgada en el toillette.No me gusta que me lleven la ropa al lavadero.
Sé que ellos lo saben.
-hola mi amor cómo estás? Así comienzo todos los días.Eso pasa cuando se viene de tan lejos.
Yo seguía-sí cariño te extraño mucho,y la camarera iba y venía y de vez en cuando me dedicaba una sonrisa.
Algo más?preguntaron del otro lado.Tenía la cara llena de pecas.Me gusta la gente con pecas.Los chicos,sobre todo.
-Tienen whisky? Sí, hay algo, ya vengo.............con la camarera,verás me está trayendo un whisky,hoy no tengo hambre.cuidado con las camareras,oh sí querida.Te llamo más tarde,de acuerdo, sí.
Hablamos un poco.tenía unos ojos bonitos. Se llamaba Vera.
La invité a tomar un café cuando terminara el turno.Me dijo que tenía que salir con su amiga, que más tarde.Quedamos a eso de las seis.Subí a mi pieza,me cambié la camisa: me dí cuenta que tenía que hacer algo de tiempo así que me me saqué todo y me dí una ducha,iba a hacer calor esa noche.
Salí hacia el sitio convenido,quedaba a una media hora de allí,así que consulté con las empleadas,me recomendaron tomar el servicio de taxis del hotel pero quise hacer un poco de ahorro,no me vendría mal
Fuí hasta la parada de taxis.Un Nissan color negro estacionó cerca,convenimos el precio y me llevó con una velocidad inusitada hasta el café.Las puertas no estaban bien cerradas.algo temblaba o vibraba en ese coche.El conductor era un moreno de espaldas anchas.No quise hacer escándalo,me vería en problemas,así que pagué y me acerqué al bar.
Era demasiado temprano , me senté en una mesa, en un kiosko. Había un viejo camarero, le pedí un Martini.Me quedé mirando la calle.Unos chicos se acercaban con una pelota de futbol entre las manos.La hacían picar contra el suelo.Me acordé de mis hijos.Siempre veníamos haciendo jueguito por la vereda.Era la hora que los viejos sacaban las sillas para criticar a los del barrio.Era un juego inocente el de los viejos.
Y tambien el nuestro.
Pero ni los viejos, ni siquiera las sillas,esas sillas pintadas y con almohadones con dibujos de flores rojas, podían evitar que la pelota rebotara cerca de la pava del mate apoyada en la vereda.
Es tiempo de ir a la cita.
Una más.
Creo que voy a pedir otro Martini.Queda bien para una persona mayor.
Llamaré luego a casa.
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