Tratado sobre literatura no tan afamada
Después de larga espera, el “Tratado sobre literatura no tan afamada” por fin verá la luz. Editoriales Perrito tiene el honor de llevar a cabo el renacimiento de este estudio, pieza clave en el conocimiento de la literatura universal. Su autor, el Conde Von Banana, ha publicado también “Psicología inversa aplicada a los búlgaros” y “Antología poética de un loro”, que no tuvo mucha acogida debido a que constaba de un mismo poema que su autor, el loro, había ido publicando con distintos títulos.
Sin embargo, estamos aquí para hablar sobre la que posiblemente sea la obra más conocida de Von Banana: el “Tratado sobre literatura no tan afamada”, un trabajo que cubre los movimientos literarios que apenas han sido registrados por el hombre y se encarga de darles el renombre que se merecen. El tratado toca un gran número de corrientes y estilos. Aquí, para ofrecer un breve ejemplo, resumimos algunos de los capítulos más interesantes del libro.
Dadaísmo engañoso:
El dadaísmo es un movimiento artístico hoy en día recordado. Sin embargo no ha corrido la misma suerte esta importante vertiente: el dadaísmo engañoso. ¿De qué se trata? Quizá sea mejor hablar primero de su fundador a modo de introducción. Mihai Istrati nació en Rumania en 1901. Era un chico que crecía rápidamente: en 1916, cuando el dadaísmo se estaba poniendo de moda, ya contaba con 43 años. Como muchos otros jóvenes se vio atraído por el dadaísmo (cuya popularidad se basaba sobretodo en el carácter radical del movimiento y en los sabrosos pastelitos que repartían en las reuniones). El pequeño Mihai intentó desarrollar su faceta artística siguiendo las directrices dadaístas; pero no tuvo mucha suerte. Entre 1917 y 1919 practicó la técnica de poesía que se basaba en recortar las palabras de un artículo de diario, revolverlas y ponerlas tal cual saliesen con el fin de componer una poesía espontánea. Mihai utilizó durante tres años el mismo artículo. Lo único que consiguió tras mezclar repetidas veces el artículo fue componer toda la antología poética de William Blake. Frustrado (y habiendo pagado una multa por infringir los derechos de autor), Istrati decidió practicar la escritura automática. Su buena voluntad se vio rápidamente terciada cuando, dejando que su mano actuase libremente, escribió su propia orden de arresto, que le valió 5 años en prisión. Cuando volvió a ver la luz del sol, Mihai Istrati era otro hombre: un acérrimo enemigo del dadaísmo. Y fue este odio el que le impulsó a fundar el poco conocido movimiento del dadaísmo engañoso y a mantener relaciones íntimas con la pierna izquierda de su padre.
Se trata de crear una obra expresada de manera confusa. Pero, en vez de representarla de manera radicalmente abstracta, se muestra bajo la máscara de algo aparentemente racional. Mihai Istrati escribió varios tratados. También escribió una serie de novelas que posiblemente se hubiesen hecho muy famosas de no ser porque, debido al avanzado deterioro de su vista, las escribió, sin él darse cuenta, con una zanahoria. Vale la pena decir que, tras esta última derrota, Mihai vio sus objetivos totalmente diezmados y su pesimismo le llevó a optar por el suicidio; pero la característica mala suerte de este buen hombre hizo que su intento de suicidio no sólo fallase, sino también que le valiese ser nombrado rey de Polonia.
Sus tratados se separan en varios volúmenes: el primero no tiene mucha relevancia ya que se compone únicamente de la palabra “pepino” repetida quinientas veces, cosa que Istrati consideraba un salmo que servía para introducir al lector en la complejidad de su obra. El segundo volumen se centra en las bases del dadaísmo engañoso explicadas anteriormente de manera resumida: hacer que la obra parezca tener un supuesto significado pero que sea totalmente distinto al verdadero, para así engañar al lector y hacer que se crea muy listo al intentar interpretar la obra. El tercer volumen está enteramente en blanco. El cuarto y último es un burro entre las tapas duras del libro.
Pero hablemos sobre la repercusión que tuvieron sus tratados sobre dadaísmo engañoso. Si este movimiento no llegó a ser debidamente reconocido se debe esencialmente a que los lectores (posiblemente los animales más tontos sobre la faz de la Tierra) eran incapaces de indagar en el verdadero sentido de las obras que leían y jamás supieron descubrir a los verdaderos dadaístas engañosos. Gracias a las memorias de éstos, en el tratado del Conde Von Banana se exponen algunos ejemplos de seguidores de esta rama artística que jamás fueron comprendidos. En cuanto a la literatura el autor más destacado y del cual hablaremos es Ernest Hemingway. Gracias a su diario sabemos que contribuyó al dadaísmo engañoso con una de sus obras más reconocidas, “El viejo y el mar”. Los expertos analizan con qué habilidad esta obra representa la lucha entre el hombre y la naturaleza. Pero no nos olvidemos, los expertos son unos idiotas o, en su defecto, sillas de tres patas. Pues bien, el texto que compila todas sus cavilaciones nos ha permitido ver que esa supuesta lucha metafórica es un velo que enmascara el verdadero significado de la obra: La historia habla de un mimo llamado Charlie que no consigue triunfar. Afligido, y pensando que posiblemente la causa de su fracaso sea el hecho de ser tetrapléjico, decide viajar a Francia a ver a un renombrado médico. Pero todo cambia cuando se enamora a primera vista de su salvador. Sí que aparece un pez espada, pero no para simbolizar las fuerzas de la naturaleza, sino que se trata del suegro de Charlie. Cuando el mimo le conoce en una cena familiar cae en una profunda depresión y durante la mitad de la novela hay un diálogo entre el mimo y lo que él cree que es la voz de su consciencia (que al final resulta ser su abuelo, que se escondía bajo la mesa). Finalmente todos se levantan de la mesa y resuelven sus manías y fobias personales fingiendo ser árboles. Éste, el verdadero argumento de “El viejo y el mar”, demuestra la naturaleza dadaísta engañosa de la novela. Todos creyeron ver algo, pero no era más que una farsa con la que Hemingway (como Istrati había enseñado en sus tratados) quería reírse de esa masa estúpida conformada por críticos, lectores, expertos y un Italiano llamado Vincenzo que le caía muy mal.
Hay varios artistas más que dedicaron alguna o varias de sus creaciones a esta corriente no tan afamada de la literatura, pero en este mero resumen ya nos damos por satisfechos con haber hablado de Hemingway. Pasemos a otro de los capítulos más importantes del libro.
Shakespearismo:
Si bien el dadaísmo engañoso era un movimiento literario a la sombra de otro más conocido, el Shakespearismo es un movimiento literario poco conocido a la sombra de un dramaturgo y poeta demasiado famoso. Shakespeare, Shakespeare, Shakespeare; hoy en día está en todas partes: Shakespeare en el cine, Shakespeare en los cereales, Shakespeare en los artículos de sadomasoquismo. Sin embargo, la gente ignora que este genio no es más que el producto de una rama literaria ignorada por muchos. Si bien todos creen que se trata de un inglés nacido en 1564, es en realidad un personaje simbólico creado alrededor de la década de los 20. Prepárense para comprender el Shakespearismo, y el primer paso para ello será saber lo siguiente: William Shakespeare no era un hombre, sino veintitrés amas de casa noruegas y un polaco. Los veinticuatro escritores que compusieron este poco conocido movimiento literario.
En 1926, con mucho tiempo libre tras acabar las tareas domésticas, un grupo de mujeres noruegas de mediana edad se reúnen para tomar el té y charlar sobre la vida. Con el tiempo comienzan a aburrirse y deciden representar las distintas escenas de su vida rutinaria (siendo ellas tanto actrices como público). Poco a poco van exagerando los hechos para hacerlos más interesantes, y finalmente de estas representaciones pasadas al papel surgen las obras teatrales que hoy en día se atribuyen a Shakespeare.
Cuando pretendieron publicar sus vivencias las amas de casa decidieron que el método más correcto sería hacerlo bajo un seudónimo. La sociedad no era precisamente tolerante aún con las escritoras mujeres, así que les convenía hacerse pasar por un hombre. Finalmente se decidieron a utilizar el nombre del pescadero de la esquina de su barrio: William Shakespeare. Tras elegir el nombre fueron recopilando las obras que habían compuesto y poco a poco las fueron publicando.
En cuanto al malentendido cronológico, hay que precisar que la raíz de esa confusión poco tiene que ver con las amas de casa, sino con la editorial que publicó sus escritos. Las amas de casa no es que fuesen expertas en lo que a parir un libro se refiere. Fue esta inexperiencia la que las llevo a elegir una editorial que las publicase no muy recomendable. El jefe de la editorial era Marcus Finnigan, un extraño hombre cuyas peculiaridades físicas se creían debidas al hecho de que era extranjero; pero en realidad se debían a que era un pingüino con una falsa barba y gafas (para más información compren la biografía publicada por nuestra editorial "Marcus Finnigan: de Pingüino a dictador chileno"). Como todos pensarán, un pingüino no es la persona más adecuada para llevar una editorial. Entre sus muchos fallos figura el de haber impreso mal las fechas de la mayoría de libros que publicó, por lo que se aseguraba que eran obras del siglo XVI. La gente pensó que cambiar esa errata sería un desperdicio de tiempo, nadie lo hizo y con el tiempo todos se olvidaron de cuándo habían sido realmente publicadas por vez primera.
Otro coincidencia que permitió tal confusión fue el parecido entre la jerga de los dramaturgos ingleses del siglo XVI y el de las mujeres noruegas de la década de los 20. Esto hizo imperceptible la diferencia cronológica entre el supuesto Shakespeare y las verdaderas autoras de su obra.
Tras descubrir recientemente la verdad, miles de expertos en este autor han tenido que analizar de nuevo cada una de las obras basándose en el verdadero contexto histórico (obras escritas en Noruega durante los años 20 por cuarentonas) para comprender de la manera más correcta posible su significado.
Un claro ejemplo es Hamlet: todos conocemos la historia del demente príncipe danés, ¿no? Pues es hora de saber la verdad.
Todos sabemos que Dinamarca es un país; pero también sabemos que en Noruega no se supo de la existencia de dicho país hasta hace unas tres semanas, por lo que hubo que investigar más. Finalmente se hizo el descubrimiento revelador: Dinamarca es el nombre de un supermercado noruego y posiblemente sea el verdadero escenario en el que se desarrolla la obra. Así todo queda explicado: cuando Hamlet dice su célebre frase “Algo apesta en Dinamarca” en realidad es porque en ese instante estaba en la sección de pescaderia (un claro guiño, además, al oficio de quien inspiró en las autoras el seudónimo elegido). Y, rebuscando un poco más, se descubrió que el clímax de la historia, el duelo entre Laertes y Hamlet, es en realidad una apuesta de a ver quien comía más embutido. Desgraciadamente la tragedia llega: en mitad de la contienda un tractor pasa inexplicablemente por aquella sección del supermercado y atropella a la mayoría de las personas allí presentes.
Otra obra famosísima: Romeo y Julieta. Posiblemente la que sumió en mayor confusión a los expertos. Se debatió largo y tendido sobre la naturaleza de los dos protagonistas. La conjetura más aceptada era la de qué Romeo era un oso pardo y Julieta una taza de te de dos metros de altura. Dicha hipótesis, aunque fuese bien vista por la mayoría de lectores, dificultaba la comprensión de ciertos pasajes. Pero fue una de las fuentes más versadas en Shakespeare la que halló la solución. La canadiense Avril Lavigne sentenció ante el mundo: “he was a boy, she was a girl, can I make it anymore obvious!?” Gracias a dicha aportación todo se vio resuelto. Como ya se había creído en su momento, eran un chico y una chica respectivamente. Eso sí, se descubrió que faltaba un extracto de la última parte de la obra. Cuando Julieta despierta de su estado de aparente fallecimiento y ve que su amado ha muerto, no acaba automáticamente con su vida; decide irse de viaje a las Vegas, se casa con un croupier coreano y, después de que éste le abandone, llevándose todo su dinero con él, se siente tan desgraciada que decide suicidarse. Se da la coincidencia de que en el momento en que su marido la deja ellos se encontraban, por extrañas razones, en la catacumba en la que yacía el cadáver de Romeo. Finalmente ella también cae y terminan recostados uno al lado del otro.
Este sistema de investigación fue utilizado con todas las obras supuestamente pertenecientes a Shakespeare. Un detalle importante es que en el 80% de dichas piezas aparecen rinocerontes que dicen llamarse Edmundo y pretenden casarse con el protagonista.
Para acabar este resumen habría que citar a uno de los veinticuatro escritores: el polaco. Tuvo un final distinto al de las amas de casa. Estaba en el grupo para pasar desapercibido (ya que era un inmigrante ilegal) y, de hecho, nunca ninguna de las amas de casa notó que la supuesta “Wendy” era un hombre albino de metro noventa. Su única aportación (hecha para que nadie sospechase de él) fue un poema de trece páginas sobre su sueño más íntimo: tener un pony llamado “Estrellita fugaz”. Desgraciadamente la traducción que hizo Finnigan fue desastrosa y el resultado fue lo que hoy en día conocemos como "Los miserables" de Víctor Hugo.
Y dicho esto pasemos al último resumen sobre uno de los capítulos de este tratado.
Literatura del siglo XXXVI
Cuando la gente lee este título suele quedarse confundida. ¿Se trata una corriente inventada por seres que vinieron del futuro? Para nada, de ese movimiento literario se habla en otro capítulo del libro. Para entender la literatura del siglo XXXVI hay primero que saber el contexto de su creación. Nemesio Astudillo era un hombre corriente de finales de siglo XIX que vivía en España. En un principio había sido economista: un estudio de siete años le llevó a la conclusión de que, si efectivamente “lo barato sale caro”, por contraposición lo caro había de salir barato. Acto seguido se compró unos calzoncillos hechos de diamantes, hecho que lo llevó a la bancarrota. Este suceso, en apariencia irrelevante, tiene gran interés, ya que hizo que Astudillo abandonase la economía para dedicarse a su segundo mayor interés: escribir.
Sentía una gran pasión por la escritura y hasta llegó a tener cierta fama. Pero su sueño era ser el escritor representativo de su siglo, lo que parecía estar fuera de su alcance. Era tal la fuerza de voluntad de Nemesio que decidió llevar a cabo una estratagema que le permitiría cumplir sus deseos. Creo un siglo ficticio entre el XIX y el XX: el XXXVI. Todo lo que escribía estaba fechado en ese siglo. Así sería, sin duda, el mejor de su siglo.
Escribió muchos libros; pero luego llegó la “época oscura”, llamada así porque Nemesio descubrió que en realidad era analfabeto y hasta ese momento había estado cocinando tartas de verduras en lugar de escribir. Pero rápidamente retomó su camino, aprendió a leer y volvió a las andadas.
Fue entonces cuando verdaderamente comenzó a publicar.
Entre sus creaciones destaca “El misterio del perro en llamas”, una novela detectivesca en la que el alter ego de Astudillo, Fernando Fernández, intenta revelar la identidad de un peligroso homicida. El dato curioso de esta obra es que al final el protagonista presenta una serie de hipótesis (que él cree espléndidas) sobre quién es el asesino. Pero, contra todo pronóstico, quienes están presentes le avisan de que éstas no tienen validez alguna, sobre todo porque una “hipótesis” (a diferencia de lo que el detective cree) no es una “tesis escrita por un caballo”. Esta explicación deja perplejo a Fernández, quien decide retirarse para siempre de su oficio, poniendo fin a la historia.
Otro libro muy interesante es un análisis en el que Nemesio habla sobre el medio de transporte que, según él, ha sido el mayor invento de la humanidad. Se titula “Piernas: un invento romano”. En él explica como las piernas en realidad no son extremidades innatas en el ser humano, sino un vehículo construido en la edad antigua por los romanos. El segundo de la historia, después del autobús.
Durante su vida como autor tuvo diversos cambios de estilo: primero un estilo romántico, luego realista. Años más tarde cambió su estilo y comenzó a vestir siempre como si fuese una dama rococó. Más adelante se confundió y, en lugar de cambiar de estilo, cambió de idioma: comenzó a escribir en ruso, cosa que no fue muy efectiva, dado que Nemesio no tenía la menor idea de cómo funcionaba este idioma y en ocasiones lo confundía con un animal de caza. Después vino una época en la que su escritura tenía muchos toques vanguardistas (es en esta estación de su vida cuando rompe moldes publicando una novela conformada únicamente por conjunciones). Finalmente cambió su estilo por cinco lingotes de oro, un puma disecado y una casa de campo en Alemania. Nadie le reprochó su decisión. No obstante, resultó que el puma no estaba tan disecado como todos creían y ese fue el fin del no lo suficientemente reconocido Nemesio Astudillo.
Y con él se cerró la literatura del XXXVI.
Desgraciadamente, al final no consiguió ser el más representativo de su siglo. Tal fue el veredicto de la crítica literaria del XXXVI, compuesta por sus vecinos del tercer piso, que creyeron que él no merecía dicha mención.
Y con ese último resumen llegamos al fin de esta pequeña reseña de la gran sabiduría que encierra el “Tratado sobre literatura no tan afamada” del Conde Von Banana. Muchos otros capítulos esperan revelar movimientos literarios que posiblemente usted nunca haya creído que pudiesen haber existido. Sin embargo, no vamos a desvelarle todos los detalles. Esperamos que esta jugosa muestra haya encendido su curiosidad. El libro tiene alrededor de cuatrocientas páginas (aunque es posible que muchas de ellas estén en blanco, cosa que sólo podrá descubrir si lo compra). A tan sólo 7’99€ o, en su defecto, su alma. Ya sabe donde encontrar las publicaciones de esta espléndida editorial. ¡No se lo piense más! ¡Vaya corriendo ya al lavabo más cercano y pida su ejemplar! ¡Las existencias se agotan!     
Julián Quijano Mariasis
7-2007
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