Extraña paleta
Azul, emigrante;
Amarillo, judío; marrón, gitano;
violeta, testigo de Jehová,
rosa, homosexual; verde, habitual delincuente;
negro asocial; rojo, prisionero político.
Colores que saltan a la vista, agujas que hincan,
en la carne tatuados como ternerillos en su cifra.
¿Dónde está la bestia hecha hombre que condena
la diferencia entre hombres venidos en despojos?
Un odio azabache transcribe historias en trenes
silenciosos con olor a muerte y atropello a la vida.
Van a buscar sin saberlo esas cámaras de gas protervas.
Esos huesitos del alma viviente que dejarán de suspirar el milagro de sus nombres borrados por un capricho.
El Zar se viste de fiesta y repasa a la tropa juiciosa,
no quiere errores, que cumpla todo al pie de la letra:
el plan merece un brindis por esas muertes de tanto negro,
lesbiana, homosexual o testigo de Jehová…
Todos descendemos de algún obrero, judío, delincuente callejero, mendigo o gitano…
Es preciso limpiar al mundo de ideas extrañas,
de nacido disminuído mental o idiota;
no alcanzan los colores para tanta alimaña, reza la pequeña esquela.
Habrá que pedir al arco iris que restablezca su paleta…
En el universo también exceden colores y faltan ideologías….
El nuevo emperador se mira al espejo y sonriente se envía un beso de triunfo.
En las cámaras algún niño llora, será mi abuelo de mañana.
Se cumple el genocidio, mas no la justicia.
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