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Inicio / Cuenteros Locales / electrocity / 7.- El precio de la felicidad

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- ¿Quieres soñar, Jeremy? Aquí tienes de todo; elige.
- No me joda, doctor ¿Qué mierda de pastillas me esta ofreciendo?
- Hay de todo, créeme
-¿Enserio pretende engañar a un yonki con el mono, doctor? Sé perfectamente lo que necesito. Aparte todo ese amasijo de basura de mi vista y déme lo que busco.
-Tranquilízate Jeremy, mira como te tiemblan los puños.
-Deje de parlotear, tanto bla bla bla me destruye la cabeza. Cállese y tráigame Felicidad de una vez.
-Es que, Jeremy… No me queda Felicidad. Pero no es para tanto, aquí hay muchas cosas igual de buenas ¿Ves esta pastillita blanca y azul? Es Voluptuosidad del calibre cuatro, tus huesos crujirán en un puro éxtasis ¿Y ésta verde marino? Es Deleite de intensidad siete, te puedo asegurar que tras tomártelo te sentirás tan bien que vomitarás arco iris.
-Doctor… Creo que no lo entiende, no quiero ninguna de esas mierdas, quiero Felicidad pura y dura. No me venga con sucedáneos baratos ¡Deme la puta Felicidad!
-Pero Jeremy…
-¡Bla bla bla! ¡Me está perforando el cráneo con su mierda, maldito bastardo! Permítame mostrarle que es lo que siento.

Y la mano del joven Jeremy se mete en su espalda, y se quita del pantalón un objeto que llevaba guardado. Todo ocurre a cámara lenta, el doctor se lo temía y ve todo desde la entrañable lentitud del miedo esperado; como la eternidad en la que se convierte cualquier caída. El flequillo biónico-sensitivo de Jeremy pasa del naranja del nerviosismo al rojo de la furia. Empuña su cuchilla-proyectil con una mano cuyos nervios las hacen parecer víctima del Parkinson. El doctor sabe lo que se juega, un leve movimiento y Jeremy podría accionar su arma, la cuchilla saldría disparada contra su cabeza y la traspasaría para luego, gracias al fino y resistente hilo que une la cuchilla con la empuñadura, volver a las manos del yonki. Es lo que tiene tratar con drogadictos graves, uno se expone al peligro.

-¡Detente un segundo! Sé donde podrías conseguir algo de Felicidad. A Damasco Johnson le queda un poco del anterior cargamento tengo entendido. Él podría proporcionarte algo de lo que tanto buscas.
-¡Oh, por Dios! Esa rata pone la Felicidad por las nubes, tendría que vender el pulmón que me queda por una única dosis y, créame, no pienso perder dos pulmones por Felicidad.

El doctor no hace caso ya de lo que Jeremy dice, había soltado aquel comentario trivial para ganar unos minutos en los que pensar su manera de evadir la muerte. Los engranajes de su cabeza se mueven rápidamente, aunque la música máquina que sale de las cavidades acústicas que el yonki lleva implantadas en los hombros le distraen demasiado. Ondas hipnosensitivas, constantes sonidos que hacen la función de anestesia para la mente y los sentidos, algo realmente útil para evitar los agonizantes dolores de cabeza que aparecen cuando el efecto de la Felicidad comienza a irse. Esa maldita música le hace particularmente difícil la tarea de idear una manera de escapar a la cuchilla-proyectil. Pero el doctor no es nada tonto, no señor, y una solución acude rápida a él, es peligroso, podría no funcionar, y si funciona podría perder a una de sus mayores fuentes de ingresos, Jeremy.

-Bien… podría darte algo de tu interés…-Comenzó a murmurar el doctor.
-¿Sí?
-Tengo algo en la trastienda; pero aún está en fase experimental. Se trata de un tipo más potente de Felicidad; Felicidad 1.1 creo que pretenden bautizarla.
-¡No jodas! Se lo oí decir a Snake Boy, pero no me creí que fuera verdad
-Snake Boy estaba en lo cierto. Pero una dosis de Felicidad 1.1 cuesta el triple que su antecesora; pero lo vale. Por ser tú te lo dejo al doble.
-¿Por ser yo o porque te apunto con mi cuchilla-proyectil?
-¿Lo tomas o lo dejas? Primero quiero ver el dinero sobre la mesa y perder de vista ese arma. Si no, no tendrás tus chuches
-Sí, sí.

Jeremy esboza una gran sonrisa que deja ver sus retocados dientes que, gracias a la intervención quirúrgica, son negros y afilados. Su flequillo se torna del celeste propio de la felicidad con algunas mechas del naranja nervioso.

-Pues espera aquí sentadito. Ahora vuelvo.
El doctor pasa a la trastienda donde coge una de las cinco muestras experimentales que tenía. Sabe que nada bueno saldrá de eso, la Felicidad de por sí ya es tan dura que los consumidores suelen operarse ciertas venas, órganos y nervios para que resistan las descargas y efectos varios de la droga.
Vuelve a la sala donde Jeremy le esperaba y tras cobrar deja la pastilla sobre la mesa.

-Deberías tomar ciertas precauciones, ya que…
Pero el muy necio ya se había tragado su tan ansiada droga.
No tarda en funcionar, el doctor observa que son los efectos de la Felicidad pero multiplicados: las pupilas se le contraen hasta ser dos puntitos imperceptibles, y comienza a sonreír de una manera exagerada. Lo ha previsto y llamó a una ambulancia, no es que le importe la salud de Jeremy, pero los muertos no compran drogas, es un hecho.
Así que le saca de su despacho. Está paralizado, de su boca brota un hilillo de sangre y la sonrisa es tan grande que el doctor calcula que debe tener la mandíbula rota. Le toma el pulso, aún está vivo, pero intuye que le explotarán algunos vasos sanguíneos y que se le detendrá más de un órgano. Haría algo por el pobre Jeremy, pero es doctor, no médico; cualquiera en Electrocity sabe la diferencia.
Sale fuera. En ese instante una furgoneta pasa a toda velocidad perseguida por varios aero-coches de la policía y casi atropellan al pobre doctor quien ya se ha acostumbrado a ver cosas de esas; es lo que tiene vivir en los suburbios.
Lo deja tirado en la acera y mientras vuelve ve acercarse la ambulancia

-Pequeño ignorante,-susurra el doctor para sus adentros- cualquiera sabe que si buscas demasiada felicidad al final te das de bruces contra el dolor.

Texto agregado el 28-07-2007, y leído por 163 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
21-08-2007 Al comprar este capítulo con el anterior, empiezo a tener más clara la ausencia de emociones en tu narración: eres demasiado descriptivo y no sabemos qué pasa dentro de tus personajes. Nos das algunas ideas vagas, pero no tienen vida interior. Y me parece que, para el tipo que personas que dices que son, deben tener algo muy retorcido dentro y que no nos dejas ver. Eso es muy evidente en este capítulo. Tus personajes, hasta ahora, parecen más apropiados para el cómic o el manga, pero no para una novela, que exige más riqueza de rasgos humanos (o semi-humanos, según sea el caso) adso_demelk
09-08-2007 Interesante puesta en escena del significado de la felicidad. Pero quizá te quedas un poco corto en su descripción. Me refiero a que te limitas a los efectos físicos (ojos, venas, etc) pero la felicidad como tal... quizá requiera un poco más de encuadre y definición. 5* theotocopulos
03-08-2007 Dice éste que diga que si alguien llega hasta este cuento y quiere más, que firme aquí y sube otros capítulos. Gangrena
 
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