Quien querría estar con un tipo antiestético como yo; ni siquiera una ciega aceptaría pasar una noche conmigo, por que dicen que hasta mi voz es desagradable. No es que carezca de autoestima, por lo contrario, yo me estimo muchísimo y tengo un buen habito alimenticio. Lo que pasa es que soy de otra especie, fuera de lo común, mi fisonomía constituye una fusión de todos los rostros feos que existen. Por ejemplo: mi nariz colinda con mis labios, si a eso se le puede llamar labios, por que casi no se notan. Además, no solo mi rostro es horrible, también mi cuerpo, en mi colegio me decían “enféogo”, parece que fuera un nombre medico o científico, pero irónicamente quiere decir: enano, feo, gordo, aún que suene infantil. Hablando del colegio; tuve un pasado académico al que por nada del mundo quisiera regresar, nadie se juntaba conmigo, hasta los profesores se limitaban a dedicarme mas de 2 minutos en evaluación oral. Adopté muchos sobrenombres muy desagradables a los que poco a poco me fui acostumbrando. Después, mi madre me trasladó a una academia donde habían muchos chicos feos; pero vaya al diablo, ni siquiera ahí logré sentirme un poco importante, o por lo menos, algo normal. Lo peor de todo, aparte de ser feo, soy muy tímido y siento que todo el mundo me discrimina. Las gentes me ven y hacen muecas irónicas, como queriendo imitarme, algunos se desairan cuando me ven pasar cerca de ellos.
He aquí una anécdota que parece un chiste: una vez vi una foto mía en el diario; en un segundo pensé que había ganado un concurso virtual de cuentos infantiles en el que yo había participado una semana antes; pero no, alguien aseguraba haber visto un alienígena corriendo en un prado. Cuando analicé el diario pude dar con la foto de un turista, de esos que siempre visitan este humilde y modesto país, él me había fotografiado mientras jugaba con tomas, mi perro. Eso casi no es nada, he pasado por muchos conflictos y siempre por lo mismo: mi fealdad.
Por suerte no todo fue desagradable en mi pétrea vida, hubo cosas buenas; como por ejemplo: los domingos a las seis en el prado jugando con marthá, quien tambien se consideraba fea, pero no tanto como para estar conmigo. También las dominicales misas para discapacitados(nunca entendí por que iba a ese lugar), pero solo en ese lugar las gentes no se interesaban mucho en mi rostro, y valoraban lo bueno que era con la poesía y la lectura veloz. Desde luego, me siento súper bien cuando mi madre me toma de la espalda y me dice que soy un príncipe , el único hombre hermoso del planeta tierra; lo mismo dicen algunos psicólogos.
Pero todo cambió a inicios del 2003, cuando mi madre me inscribió en un curso de compugrafía; al principio me negué rotundamente, pues según mi peculiar filosofía de adolescente, me consideraba anti-globalización, me interesaba mas la literatura y la música sabinezca. Pero después, pensé que un curso a corto plazo no me caería tan mal, y no me equivoqué; después de unos días me sumé sin querer a los millones de cibernautas que hay en el mundo. Aprehendí en menos de una semana a navegar por el Internet y me creé una cuenta de correo electrónico para trasladarnos información, las tareas, y los trabajos grupales. En fin, descubrí que el internet contenia mil veces mas información que mi humilde biblioteca de antaño.
El hecho ocurrió en Lima(entiendo por que), en 2005. Como todo provinciano, yo trabajaba buscando trabajo, por el mismo hecho, quien querría darle empleo a un tipo como yo. Pero tantos psicólogos y consejos familiares no fueron en vano, perseveré y perseveré y hallé un oficio en un ciber-café, dentro de una enorme beneficencia.
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