el menguante de circo recorrió mis versiones e iluminó el títere y su titiritero.

un poco más de volumen con los sonidos diamantes que la tormenta de copos iba dejando en los restos del ahora irreconocible escritor.
la estática blanca fue perdurando con los tambores y las palancas. los restos de las geishas continuaban extinguiéndose...una atacando..., la otra sosteniendo su aliento...

los vestidos que sacrificaban el vuelo, transpiraban extranjeros con la señal de los códigos. sentenciando sus infantes con la marca de los estadíos espejo.

las membranas cuadradas, bebían de la fuente de los esclavos. sin intentarlo, las cuerdas trataron de ahogarlos por enésima vez. el suelo estaba agrietado. aguantando peso cada vez más muerto,... seguía tramposo. lamía los obstáculos y lo escuchaba todo.
los ruidos, simplemente, terribles. la magnitud del psicótico descansaba en su sillón marchito, controlando todavía...
las acústicas eran contagiadas con las esporas sin piedad. algo recurría al suspenso..y todos ya no corríamos...

las bolsas negras se extinguieron con las manecillas de la guitarra. acumulando rostros y sueros.
las embestidas continuaban...
la estatua incierta mantenía a sus pies a levantarse. lejos, despertaba energías aguantando el máximo poder del hechizo. sintiéndolo...sintiéndola... ahí alargaba.

las mariposas ya no se graduaban..., tampoco se bañaban. poesía batalla en el monitor final.