La poderosa Qamar,
apostata de cielos e infiernos,
susurra la oscura letanía que cierra el circulo sagrado de las profecías,
dando comiendo el extermino de los descendientes de Caín…
Los vi llegar desde mi atalaya, desbandados, asustados,
soportando el peso de sus pecados. Algunos, ilusos,
aquellos que habían creído en las palabras de los profetas,
entonaban el mía culpa,
golpeaban sus pechos levantando los ojos al cielo
recibiendo en sus vacías cuencas,
el derretido plomo de las penitencias.
Los impíos, seguros de haber acumulado la maldad suficiente para salir ilesos,
miran desalentados a mis voraces legiones,
devorar y engullir sin piedad alguna
las animas de los desterrados...

Quedense desde este instante,
los altares vacios de almas..