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Sentado viendo en la azotea como el calor de la fría oscuridad recorre mí medula siento una extraña sensación: dolor, satisfacción, plenitud, protección.
Dos más, aparte de los brazos y de las piernas, pero estas enormes y preciosas son. Más de uno las querrá, así lo creo, pero mi pertenencia son.
Ya incorporado en la orilla pensé: mil metros no es tanto, no pasa nada.
En el momento especial, la familia, amigos, gente, llego y sin excepción todos me querían detener y se encargaron de hacerme retroceder. “Es una causa perdida” en una sola voz lo entonaron
De regreso arrastrando y pisando mis nuevas extremidades al cielo mire, era tan incierto no podía ver que decía, entre la oscuridad divise un rostro que murmuro: “¿Gente puede más que tus ganas de lograr?”
Al momento reaccione y me pregunte ¿qué lograr quiero?
Ni un segundo paso cuando mi causa de nuevo estudiaba
Me lance…y lo último que note fue la oscuridad devenir en claridad
La lucidez envolvió mi ser, mis alas se extendieron y más grandes que el miedo fueron, justo en ese momento descubrí que: “No hay causa perdida mientras haya necio que la persiga”
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Texto agregado el 27-07-2007, y leído por 73
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