Flagraba su cuerpecito, congratulado
a su madre. Que envite, que sino, que fuerte
esa rifa, conserva el aliento, es así.
Subsiste, se aguanta las ganas, no llora
a su padre, cuanta embriaguez.
Se mama la mansa vaharada de pueblo
que enrolla su fin en la fe.

Su nana resuella en su oído, su tímpano tañe
sin compasión. No hay grima, su música
ausente de ira, bandullo impermeable
y a amar. No sabe que existe el pasado,
la historia le evita saber de morir.
Se acopla al confín con su madre y
a otras mujeres salvadas de ayer

Ansía siquiera pizcas del disoluto
poblacho ya ido. Tanto trebejo dejado
atrás no le duele, no sabe que es eso.
Criba de la retentiva lo más amplio,
Lo menos plúmbeo. Nunca más
quebradizo, obsoletas todas
sus penas, sangradas y serenas.