Son duendes sangrientos, pequeños diablillos incandescentes, que destrozan mis sueños y que en el silencio me acosan. A ella también la persiguen, recorren su cuerpo desnudo y deslumbrante, dejando las horribles estelas de sus sufrimientos como tatuajes monstruosos. El limbo, el limbo es su lugar y no sus dolores inconscientes, no su inmensa culpa devoradora de ilusiones, no claro que no. El limbo, el lugar de almas en espera de redención, ese es su lugar.

Desquiciadas, perdidas así son las almas que murieron sin haber usado nunca la razón. Pero porqué a ella, porqué a ella la hostigan con sus risitas, con sus laceraciones, con sus diminutas pezuñitas rascadoras de conciencia. Déjenla, ella es frágil, es débil, ustedes malditos déjenla en paz.

Shisssssssssssss

Angelitos dorados, discúlpeme, les pido perdón, no quise molestarlos, fue un exabrupto.

Shisssssssssssss

Serafines radiantes, sublimes, rezo por ustedes, por favor recen también por ella.