“En vano los hombres, amontonados por cientos de miles sobre un pequeño espacio de terreno, esterilizaron la tierra que los sustentaba, la cubrieron de piedra a fin de que nada pudiera germinar; en vano arrancaron hasta la última brizna de hierba; en vano saturaron el aire de carbono y petróleo; en vano arrasaron los árboles y exterminaron a los pájaros y a las bestias: Todo en vano; la primavera es siempre la primavera: El sol brilla, la hierba reverdece, no sólo en los prados y en los bordes de los caminos, sino entre las piedras de las calles; los abedules, los álamos y los cerezos silvestres despliegan su follaje resplandeciente y perfumado; en los tilos se hinchan las yemas dispuestas estallar, los gorriones, las palomas, las golondrinas construyen alegremente sus nidos; las abejas y las moscas zumban en el espacio extasiadas al sentir de nuevo el calor del sol; todo respira alegremente: árboles, pájaros, insectos y niños. Sólo los hombres continúan engañándose y atormentándose a sí mismos y a los demás. No se detienen a admirar en esta mañana de primavera las divinas galas del universo, creado para la dicha de los seres humanos, a los que invita a la paz, a la unión, al amor. No estiman esos dones, no comprenden su carácter sagrado; únicamente piensan en aquello que han imaginado para engañarse y atormentarse mutuamente.....”
Para Ricardo y Maria, extracto del texto “La Resurrección” de León Tolstoi, Moscú 1905.
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