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Ayer es tarde, la orilla esta casi seca al costado de Marisol que pasea en traje de baño por esta playa; se hace inevitable que miradas se posen en ella, y la quieran.
Va cantando alguna canción ya olvidada; delgada corre dejándose ver tarde, ahora que la playa parece estar sin nadie alguien viene, y le toca el vientre marchito que hace suyo a golpes por defenderse termina entre sus piernas la boca no acostumbrada de olores pestíferos se llena, y luego él la abandona, y luego ella lo ama...
Marisol regresa al día siguiente a la misma playa, se hace tarde y ella se queda, vuelve entonces a abrir las piernas incomprendidas del día y de la confianza. Se termina el furor, ella camina sin él, yéndose se va, y vuelve otra ves mañana y después Marisol vuelve para volverse, a verse suya esta ves.
Aquel sonido, aquella piel deliciosa que tocaba lo despertó; es un compromiso sin pacto de los dos que vuelven a unirse a favor de ellos mismos, siguen tocándose a la orilla que no los delata; y él se muestra despacio: luego se va.
Dice que para todo es tarde, y hoy llega temprano para proponerle ir a caminar por Medellín, que se hace tarde, y es mejor irse ya, por qué todo esta distinto, y todo cambia desde la mañana. Van juntos.
La plaza esta desierta, los amantes tomados se echan en el suelo y comienzan, todos los ven, y ellos ni cuenta. A Marisol la toman muchos, amigos de él que han pagado por ella, incluido el abuelo que siempre quiso poseerla.
Esta echada en la misma cama desde hace mil años, inquebrantable al flujo orinal ella bebe la sustancia; y disfruta como cuando la primera ves.
Se hizo tarde ayer que vino su padre a sacarla del prostíbulo al que había ido tantas veces, y sin querer, o queriendo mejor dicho también estuvo con ella, porqué todos en Medellín ya habían estado en ella. No la saco, mas bien se hizo más conocida, y siguió así Marisol que todo lo tenía y disfrutaba...
¡Que la odiaran todos en Colombia!, ella seguirá así por qué ama su trabajo, y esta bien así.
A la playa seguía yendo Marisol Tarde, a verlo, por qué lo amaba, y quería verlo iba tarde a encontrarse con él. La arena era suya, y de su cuerpo usado bebía.
Él quería que vuelva sóla, sería la última vez que se verían, porqué la nada él tenía, y todo quería sin que ella estuviese, ya se iba.
Los dos se fueron por qué el teatro ya cerraba, el montaje terminaba, se van los dos; y ella sabe que es su padre el que la lleva hacia no sé dónde, para no saber que es su padre lo ama subiéndose, besando su delicada parte por el camino del padre: que se van.
Medellín es una mañana hecha del sol, en Medellín siempre es tarde para todo; y es tarde para ellos que no tienen lugar a donde irse: despiertan los dos en casa.
La madre sabe que los dos están juntos, y disfruta de ayudarlos a partir, por qué se aman se van juntos sin ella; sí, sí, comprende que será un estorbo si los acompaña.
Se van de Medellín porqué ya es tarde, ven la luz y se van, a partir del sonido de la orilla de aquel mar que despierta pregunta por ellos.
No es mi padre, pero tampoco es mi hija Marisol. ¿Así entonces que son?, somos padre e hija por qué no lo somos, y queremos serlo todo, por eso es mi padre, y también soy su hija...
Se van de Medellín para regresar a el, y se vuelven a ir de nuevo, pero ya es tarde, se hizo tarde, y nunca mas podrán regresar porqué ya todo no es el Medellín de ayer, y nada cambia.
Vuelven juntos después, y se largan hacía algún lugar sin hora, por qué así es Medellín, una ciudad sin sueño disperso que se va.
A la orilla juntos, muchos observadores los ven en el acto: al ella desnudarse. Y la desean, y vuelven a pagar por ella los que antes eran niños pagan: se la llevan.
Marisol, Marisol esta vieja, y él ya no esta; y ya es muy tarde para todo, por que todo el tiempo se paso haciendo nada, y él tenía razón en todo, por qué ya es tarde para nada, y todo no es posible, sin que nada ya se acaba.
Camina por la orilla, no lo extraña, sino que las palabras se escuchan mejor acompañadas, y al compás tiembla discreta: extrañando ayer.
Sale de Medellín, vieja que ya es tarde piensa en volver a ser joven, y nadie vuelve a pagar por ella, sino que ella se va fuera de la ciudad sin momentos que la hizo no sentir nada; este Medellín al que el tiempo nunca sucede.
Adiós Marisol, se va: vuelve a Medellín.
Tantas veces a intentado irse, para luego volver con él; y decir que ya esta vieja, cuando tiene apenas quince años, y esta en una comisaría por haberse ido de casa, por acusar al padre de violarla, y a Medellín de sus culpas culpar. El policía le dice que como puede comprobar todos esos hechos, pero ella no sabe; así que vuelve a ser vieja, y se acaba el recuerdo de la primera vez que el padre la toma, y a ella no le gustaba, hasta que lo encontró una tarde en la orilla, y lo reconoció, entonces cuando el se acerco no le negó abrirse de piernas una vez más.
El señor policía la reviso toda, y a cambio de su silencia incasto la tuvo...
Marisol esta vieja y recuerda a Medellín, también a su padre, y a penas al policía de la comisaría; lo que siempre recuerda es que ya es tarde, y que ya a los quince años uno esta muerta, y desea que nada acabe, cuando ya todo termina, y se va.
Volverán los dos a juntarse cerca de la orilla desnuda se ven ellos, y Medellín los apaña, por que así es Medellín en el que los sucesos se acaban todos los días a la orilla...
Es mi padre, es el policía mi padre; es Medellín mi cama, y es el tiempo que paso obsoleto olvidándose de ayer, que nunca paso por ser este hoy...

Texto agregado el 22-07-2007, y leído por 361 visitantes. (0 votos)


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