Era un panorama terrible y desolador, tantas veces visto, tantas veces repetido... Muertos y destrucción... Muertos y destrucción... Muertos y destrucción...
La escena se repetía en una elástica banda sinfín en la que el tiempo parecía haber perdido el rumbo, la historia no caminaba más de la mano del tiempo, la historia había regresado desafiando al tiempo, ofuscando sus hasta hoy imperturbables sentidos.
La humanidad, de la mano de la historia, marchaba sin darse cuenta, hacia atrás, rumbo al precipicio, hoy igual que hace dos mil años, hoy igual que hace tres mil o cuatro mil...
Los humanos, cada día más capaces y salvajes, cada día más inteligentes, cada día más insensibles y salvajes, avanzaban en una carrera circular sin meta conocida, arrollándose unos a otros, todo por ser el primero en llegar ¿a dónde? Nadie lo puede decir, al parecer eso no tiene importancia.
El panorama era terrible y desolador, sin embargo, a pesar que las bombas los mataron, los niños siguieron riendo.
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