Al descubierto


El aire soplaba tomados de la mano con el mar vaciando lo ejemplar de la vida en un puente no muy cercano a las costas de un hogar de alcohólicos anónimos.
Se deslumbraba un hombre tratando de hacer acrobacias para lazar su alma a las aguas del océano Atlántico mirando a ambos lados para que nadie gritara un ¡No! en vano.
No era primera vez que ese individuo o Rafael, para conocerlo mejor, tenia esos pensamientos de auto ayudarse liquidándose desasiéndose de lo único valioso que hacia notar, su vida.
No tenía muchos meritos de ciudadano, porque ni en la calle se aparecía sus conocimientos de Matemático no lo ayudaron a resolver su problema que a lo largo lo llevo del brazo al alcohol.

Un viernes por la tarde tomando una soga llevándola a la rama más cercana quería realizar su acrobacia satisfactoria más apreciada por kamikazes, la muerte instantánea. Con los pies preparados para dar el salto maestro y la vida tomada en sus manos escucho un odioso ¡No! Rápidamente tratando de salvar su trato salto de la silla en ese instante sentía unas manos tomando sus rodillas tirándolo hacia arriba para alcanzar el malvado respiro.
El rostro de Rafael estaba descompuesto de perdedor observaba el cielo rogándole al atardecer que no llegara la noche.

-¿Como te llamas? –añadió la piadosa.

Para que preguntes si te vas a ir además…

Amaneció rápidamente Rafael se encontraba recostado en un sillón beige unos ojos intrépidos lo hicieron incorporarse.

Lo de ayer fue algo personal y no debiste impedirlo no sabrás las consecuencias de ello-largo.

Yo hice lo que creo justo para cada persona –contesto alegando la joven.

-¿Qué es justo? ¡Dímelo, dímelo!-Grito esperando una respuesta inexistente.

Cálmese esta usted bien acá, mi nombre es Elsa –introdujo para calmarlo.

Un gusto Rafael, pero ya me voy .Cerro la puerta con esmero.

Llego a su hogar para volver a un plan logístico cuando en la ventana vio la cara de Elsa observándolo nuevamente.
Abrió la puerta. Elsa ya en la sala comenzó una interrogación que a Rafael le pareció hostigosa incluso arrepentido de abrir más que la puerta, su vida.
En un par de meses Elsa ya sabia la casa de memoria lo que todo desenlace entre mujer - hombre.
Las noches eran más seguras y en las mañanas optimistas Rafael con su rostro melancólico alegre quería a Elsa aunque ella no conociera nada de su pasado ni la causas de aquella tarde de viernes, las preguntas no contestadas por Rafael demostraban el temor de un futuro abandono de Elsa no quería que ella supiera nada, sentía que le robaban algo de si .Rafael creía que lo dejaban desnudo con todas las heridas listas para una tocadita curiosa de un desconocido.
Elsa cada tarde llegaba revisando la casa en busca de Rafael cuando él no respondía a su llamado Elsa sin hacer notar su preocupación des confiadora finalmente era un alivio cuando lo veía.

Un llamado de Rafael descontrolo a Elsa llevándola a casa de este.
Entro sin tocar corrió por toda la casa gritando a viva voz luego llorando desconsolada en el mismo sillón beige cuando lo conoció.
La puerta se abrió era Rafael extrañado cuestionando a Elsa del porque recurrió al llanto.
-Pensé, pensé lo peor…rumoreando en el cuello de Rafael.

Él se aparto excusándose de ir por unos cigarrillos pensaba en esa tarde en la que ella se hizo parte de su vida en una nueva y para siempre.

Condujo calle abajo llegando a su vieja escuela como el decía .Cuidadosamente se paro en una viga del puente donde el Atlántico le conversaba de que no era necesario llegar a eso por la desconfianza de Elsa
-Yo no soy así- Fueron las últimas palabras que se escucharon de un alma que solo buscaba no ser descubierto.



La herida esta abierta lo esencial no es cicatrizarla