Podría no ser el truco de un pedazo de desquicia,
una droga que la muerte no termine,
que no este bien entre tanta lascivia verde,
pero siempre es lo mismo
la lengua en la punta de la tristeza,
hincando escueto,
muriendo negro,
con los ojos apuntando al otro celo
Y es que morir podría ser capicúa,
y como centro el mal deseo
bochornoso al espanto,
-mi peor terror-
fundiendo suficiente eclipses,
tronando en puntos claves del vértigo
para no oxidar mucho lo mejor de la tristeza
y no callar mis endorfinas,
lastimar una última vez a mi vida,
en líneas profundas,
en surcos rendidos en siniestro,
en silenciomiedo que me pringuen a otro trance
donde resuene intacta,
donde no me acabe sin sentirme malnacida
por el hecho de apuntarme a toda velocidad..
Y por fin,
atreverme a morderle las uñas a mi nervio,
quebrarme a sus pies,
extrañarme en el inmenso espejo,
oler mi espesura en la peor neblina,
suplicarle no trazarme en la ruleta de nuevo,
no ser el azar del apuro,
no pretenderme insomne sin torturar el ardor de la muerte
y dormir con mis descuidos en la sien
Hasta otro juego…
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