-VII- Arranquemos una voz sin que duela un grito, alegremos las heridas con canciones antiguas. Al calor de la música derritamos los sonidos, a un solo movimiento llevemos nuestros ritmos. En el silencio del estío haya audiciones de rocío, mientras el líquido haga aguas en las orillas de los sentidos. Y esta noche como nunca, a excepción de siempre con registro agudo, tallemos los bemoles en sostenidos. N©c
Texto agregado el 21-07-2007, y leído por 456 visitantes. (5 votos)