no bien di el primer paso, todo mi pasado empezó a esfumarse así como el humo de una taza de te... alcé los ojos hacia el cielo y vi un petirrojo que saltaba de una rama de un árbol hacia otro. siempre que la veía, habría cambios en mi vida. suspiré de alegría o de libertad. cambios, cambios, eso era lo que necesitaba. apuré mis pasos y sentado en una banca del parque vi al hombre que acababa de matar. ¿qué hace usted allí?, le dije. el hombre tenía la cabeza gacha, parecía agotado. levantó la cabeza como si un brazo invisible lo hiciera hasta dejar su rostro mirando el mío. ¿estoy muerto?, me preguntó. vi sus ojos sin vida, sin brillo, como un muñeco... seguí mi camino sin voltear un instante, corrí, corrí, no deseaba saber mas de mi pasado, de mis momentos quedados. vi un cafetín abierto y un grupo de gente sentada en las mesas. entré y me senté. llamé al mozo y le pedí un café. enseguida, respondió. vi un periódico en la mesa y lo cogí para leerlo. en primera página estaba mi rostro, mis padres, mi historia total. ¿qué hago aquí?, pensé. abrí la página siguiente y vi que de sus hojas salían aves, muchas aves de color negro, así como cuervos... solté el periódico, ya iba a irme cuando el café llegó junto al mozo. hacía frío, mucho frío. cogí la taza de café y cuando ya estaba por tomarlo, vi mi rostro retratado en la superficie del café. aún estaba vivo, sí, totalmente vivo, a pesar de todo. sonreí de alegría y bebí todo de un tirón. pagué la cuenta y salí del café. el sol estaba fuerte, cegaba mis ojos. me puse unos lentes de sol y seguí caminando, pero, no recordaba hacia dónde me dirigía. tengo sueño, pensé. vi un hotel sencillo y limpio y decidí entrar a dormir toda la mañana y tarde. entré y vi a un hermosa jovencita que estaba sentada en el suelo, sobre una alfombra roja, gruesa y muy limpia. vestía un short blanco y una blusa blanca con rayas azules. sus ojos eran azules y su cabello era rubio y rebelde. era hermosa. noté que no percibió mi presencia, pero verla allí, sentada y descalza, me dio ganas de disfrutar de su presencia. tenía unos pies pequeñitos como una muñeca, con sus dedos redondos y finos, perfectos. no supe qué era mas hermoso en ella, si sus pies o ella misma, pues, esos pies, eran tan perfectos como una joya de marfil... me senté y me puse a fumar, de pronto la jovencita se dio cuenta de mí y se puso sus sandalias o zapatos. se me acercó y dijo si deseaba un cuarto. le dije que sí. ¿lo he visto antes?, preguntó. sí, en los diarios, le dije, soy ese señor que ha matado a toda su familia y a todo aquel que se le cruzó en su camino el día de ayer, y me están buscando, mucha gente me busca, supongo que para encerrarme o matarme, no lo sé... la chica no supo qué hacer. no te muevas, le dije, no te haré daño... quiero verte un momento, un momento, por favor. la chica se puso de pie y empezó a retroceder. no te muevas, le dije, y ya te dije que no te haré daño... la chica me hizo caso. y yo me paré y cogí la llave de un cuarto del hotel, entré. vi una cama y me eché a dormir. en cualquier momento despertaré y ya..., pensé. apenas cerré los ojos, tuve un sueño. estaba parado frente a una librería cuando vi que una luminosidad se puso frente a mis ojos... ¿qué es esto?, pensé. ¿eres dios?, ¿eres el final de toda vida?. cerré los ojos y pude verla mejor. en su centro se percibía el cuerpo mutilado de mi padre; en otra escena, los cuerpos de cada uno de mis parientes. al final, vi una serpiente que se tragaba a un petirrojo... habrá cambios en mi vida, pensé. el sonido de la puerta me despertó, era la policía que me buscaba. cogí el arma que tenía en mi bolsillo, me la puse en la boca y disparé... mientras se ennegrecían todos mis sentidos, volví a ver al petirrojo. esta vez volaba rumbo hacia mí, y mientras mas se acercaba, aumentaba mas y mas el tamaño de sus alas hasta dejar toda mi conciencia de color rojo y negro, rojo y negro... fue extraordinario, había olvidado todo, todo, todo, inclusive la propia existencia...
san isidro, julio del 2007
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