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hace poco acabo de llegar de la feria. había harta gente. y todos compraban, miraban libros, por supuesto, era la feria del libro. vi en un stand a una chica altísima, hermosa de cara, y vestía de licra dorada. una diosa, pensé. me acerqué a ella, tal como un duende a blanca nieves y le sonreí como un tonto. ¿vendes libros?, pregunté. me miró y dijo que sí, que si vendía libros. le pregunté cuales eran. de pronto, retrocedió y sacó un libro de tapa dorada. llevaba como título: la diosa dorada. ¿cuánto?, pregunté. 100 euros, respondió. retrocedí por el precio, pero le dije si podía hojearlo. me lo dio y se sentó a mi lado. dios, olía a rosas, a jazmín, a, a, a mujer recién bañadita. abrí el libro y en la primera página estaba ella, la chica, y estaba desnuda, hasta el alma se le veía, y era preciosa. abrí las otras páginas y había poemas y mas fotos de ella. un poema me encantó. trataba de una mariposa que entra a su casa. ella le pregunta si algún día sería hermosa como la ella. la mariposa le dice que sería mas hermosa que ella. gracias, le dijo. luego, cogió un matamoscas y la aplastó. era extraño, en el poemario habían alitas de mariposa que orlaban el rostro y el cuerpo de la señorita. ¿lo lleva?, volvió a preguntar. le dije que no tenía el dinero completo. no importa, me dijo, se lo regalo. me sorprendí, tanto o mas que ustedes. gracias le dije y ella dijo de nada. se paró y fue hacia otro cliente que la miraba con ojos de enamorado, así como yo cuando llegué. me paré y me fui de su stand. entré en otro stand en donde los libros costaban menos de un euro. compré muchos libros, casi todos los que cabía en mi mochila. luego vi a un señor con cinco jovencitas y cada una de ellas tenía páginas en blanco. ¡compren!, ¡compren!, gritaban las cinco chicas. ¿qué venden?, pregunté. y ella me enseñaron hojas escritas. las vi y eran cuentos. ¿venden las hojas sueltas de cuentos?. sí, respondió. compré cinco hojas y ya con las manos llenas, fui hacia la calle. tomé un auto y fui hacia mi casa. ya era mas de media noche. tenía muchos libros en mis manos. iba a leerlos pero me dije que mejor veía una película. daban porno. apagué la tv, pero antes me hice una paja. me bañé y luego, cogí uno de los cuentos. lo leí y a la mitad del cuento, quedé seco, muerto, dormido como una piedra. tuve sueños, muchos sueños, y uno de ellos trataba de una niña que deseaba ir a un colegio. y me llamaba papá. no tengo hijos, pero, un sueño es un sueño. vamos hija, le dije. llegamos a un bello colegio y entramos. nos sentamos para esperar a la directora cuando la niña que decía ser mi hija me dijo: ya vuelvo. ok, respondí. esperé y esperé hasta que me di cuenta que la niña no volvía. me paré y fui a buscarla. había muchos niños y profesores en el colegio, pero nadie me daba la razón de mi hija en sueño. de pronto vi que en el techo del colegió había unos cuantos niños, y uno de ellos era mi hija de los sueños. subí hasta el techo y la vi. ella estaba sentada en el piso junto a nueve chicos vestidos como ladrones, con caras horribles. había un hombre. este tipo era terriblemente feo y andrajoso. era enorme y su voz era poderosa. me acerqué hasta donde estaban los niños y le dije a la hija de mis sueños que nos fuéramos. me dijo que no podía, que su profesor no quería que se moviera de sus sitio. me senté al lado de los niños y escuché al hombre horrible. hablaba en un idioma raro, que no entendía. su cara estaba sin afeitar por meses y sus pelos eran largos y grasosos, y tenía unos ojos terribles y negros. me asusté y quise irme. me paré. el hombre me señaló y me prohibió salir de su clase. ¿qué clase?, pregunté. todos los niños rieron, burlándose de mí. alcé los hombros y me dispuse a salir. ya estaba caminando cuando vi al tipo levantarse, era enorme, y llamar s todos los niños de su clase que lo siguieran. les vi salir y en sus manos llevaban cuchillos y martillos y armas de fuego. iba a decir algo pero vi que todos los niños empezaban a disparar y machetear a los demás alumnos del lindo colegio. cuando terminaron, el profesor cogió un hacha y a cada uno de los niños le partió la mano, gritando: ¡eso no se hace!. vi como caían brazos y mas brazos hasta que vi la cabecita de la hija de mis sueños rodando por mis pies... en ese instante, desperté. aun estaba echado en mi cama y en mis brazos tenía un libro que titulaba: el hijo de los sueños... cogí el libro y lo puse lo mas adentro de la biblioteca de mi cuarto... cerré la puerta y volvía a echarme a dormir, y como no conciliaba el sueño, cogí un libro bonito. lo abrí y apenas leía por la mitad de la primera página, me dormí, y, para suerte mía, vi a la hija de mis sueños que me esperaba con su cabeza en sus manos... |
Texto agregado el 20-07-2007, y leído por 209 visitantes. (0 votos)
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