El tiempo no existe, no hay día ni noche, sólo sucesión de imágenes repetidas y no a la vez. Escalera espiralada, blancos los muros y dos habitaciones en cada piso, y en cada una de ellas una bestia de pesadilla que sólo trata de asustarme, nada más, y lo logra. Las habitaciones sin ventanas y simplemente cuadradas. Los prolijos y brillosos pisos formados por grandes y cuadradas baldosas de pálido mármol. La apertura de cada puerta de madera pulida es una nueva y vieja esperanza, y decepción luego, acompañada de terror.
Bajo, busco la base, y la sueño: un mounstro gigante, difícil de vencer pero posible. Afuera, abriendo la gran puerta blanca, el tiempo corre y la noche estrellada revela un barrio de casas hermosas, todas iguales, donde se puede apreciar la tranquilidad y con paciencia la espera de un nuevo día, de uno soleado. Y los faroles mostrando el cálido naranja de las tejas tibias producto de una tarde pasada.
Pero siempre despierto, aunque no duermo, y siempre lo hago mientras bajo la escalera. Se que la puerta blanca quizás no exista, pero lo que si se es que hay una salida en una de las habitaciones, una en la que no hay bestia, en la que no hay terror pero si cansancio y agonía, uno puede morir tratando de atravesar los seis metros que separan el inerte vacío de el tiempo y el espacio.
Estoy convencido que una vez encontrada la ventana, la única, saltaré y caeré… caeré durante una eternidad. El celeste fondo y el viento harán claros mis pensamientos, ya no se saturará mi mente pensando en lo infinito con sus límites, porque los tiene, no son marcados, uno envejece enterándose de que cruza el esfumado límite del sinfín, y cuando lo comienza a procesar, su tiempo ha finalizado. Todos caemos, y no regresamos, pero si, porque la eternidad no es eterna.
El cansancio no lo ha vencido aún, hace siglos que baja las escaleras, ¿Por qué su pensamiento persiste y no lo hace así el camino? Por eso no se siente cansado, por lo menos no de caminar, abrir, gritar, correr, abrir, gritar, correr, bajar y volver a empezar, no de eso; pero si de pensar. ¿Es el mismo el camino recorrido? Y si es el mismo, ¿se terminará cuando por lo menos una de sus ideas sea brillante y encuentre así la forma de salir? Y si no es el mismo, ¿se modificará de apoco, casi imperceptiblemente, como en ambos límites del infinito?, no creo, si allí no existe el tiempo tampoco el futuro. Tal vez sea el tiempo tan maravillosa idea. Pero… ¿Y si la creación del tiempo no depende de él?, quizás alguien del exterior deba crearlo, y alguien del interior deba pedirlo. ¿Divina creación el tiempo? Puede que también sea posible que el que está dentro de la clara, pero a la vez complicada, torre deba crear al dios que crea al tiempo. Curioso elemento el tiempo…
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