Desde mi lugar veo como te cepillas el cabello, se que ya me viste pero finges no haberlo hecho, te gusta que te espíe. ¿Como es que Dios habrá creado mujer tal, que desafíe en belleza a la creación en su conjunto?. Me agrada como pasas por tu cabellera el peine y ladeas un poco la cabeza. He comprendido que ya no solo te estoy observando, te estoy contemplando como un religioso contempla la estatua de su dios sin poder alcanzarlo, así siempre me sentiré a tu lado, nunca podré ser digno de tu belleza. A veces pienso que eres producto de mi imaginación, ke en alguna noche solitaria te inventé.

Has acabado de arreglarte divinamente el pelo, me gusta el chongo que te has hecho, sencillo y te keda muy bien, muy tu estilo. Ahora te aseguras que no haya ningún pelillo fuera de lugar viendo desde todos los ángulos posibles el espejo, das un pekeño retoke y listo; te volteas y me preguntas porke te estaba espiando con el tonito de molestia que usas cuando en realidad no estas molesta, te conozco bien, se que lo haces para que vaya y te abrace, así que me levanto del asiento, voy a abrazarte y susurro a tus oídos un perdón, no era mi intención, pero es ke no pude evitar kedarme petrificado ante tanta hermosura. Sueltas una pekeña sonrisa y dices esta bien, pero no lo vuelvas a hacer. Se ke kieres ke lo vuelva a hacer, y lo haré de nuevo y de nuevo oiré tu linda risita

Recorres la pekeña distancia entre la puerta del baño y el armario, quitando del camino los restos de tu ropa. Fue una noche agitada. Llegas al dormitorio y los zapatos cuelgan de la cabecera como fieles testigos del escándalo de ayer. Sacas un par de vestidos del armario, uno verde oscuro, entallado y largo; otro negro, también entallado pero mas corto, este deja un poco menos a la imaginación tu piel morena, , los sobrepones con todo y gancho en ti, mirándote al espejo uno tras otro, de nuevo ladeas la cabeza. Como me gusta ese gesto tuyo. Volteas y me preguntas ¿cual me queda mejor? Respondo, pensando en los asistentes que habrá esa noche y en que muchos de ellos intentaran seducirte, se te ve mejor el verde. Pero no es cierto, te ves mejor con el negro, pero tengo celos. Sonríes de nuevo, te ves muy feliz de que yo este aki. ¿que habré hecho para merecer el bendito privilegio de estar contigo?

Veo como te vistes, siempre ha sido un espectáculo ese sencillo acto tan común, lo veo en ti y es casi un ritual, te pones lentamente las medias, cuidando que no se vayan a rasgar, te enfundas suavemente en el vestido que he sugerido para la ocasión y me pides ayuda para abrocharlo, pero sigo embobado en tu belleza, reclamas de nuevo mi ayuda, despierto y cuando estoy a punto de ayudarte has acabado ya con la tarea.

Vuelves al armario y sacas tres pares de zapatos, preguntas cuales se ven mas bien, pero en realidad yo no se de eso, y se que no te gusta que te diga: el que kieras, en estos casos la segunda opción siempre es la correcta ahora han tocado unos zapatos color vede claro de tacón alto como segunda opción. Los tomas, vas hacia la cama, haces a un lado la cobija que usamos para acurrucarnos y comienzas a abrochártelos. Me concentro viéndote, intentando hacer la mirada pesada para que voltees, logro conseguirlo y con una picara sonrisa te veo, luego dirijo mi mirada a la cobija y guiño un ojo, sonríes y después de ke me dices te amo mi vida vuelves tus ojos a los zapatos. Te levantas con los zapatos puestos, regresas por tercera vez al armario y sacas unas alhajas, un juego de collar y pulsera de piedras verdes, esas no las había visto, el escote no muy pronunciado del vestido verde (otra razón por la que lo escogí) hace que las piedras del collar tomen un color claro. Tomas el perfume y rocías con elegancia tu cuello, como me enloquece su olor, me trae tantos recuerdos, ¿será que la memoria olfativa es mas poderosa que la visual? Para mi es aun mas poderosa la táctil y pensando en esto y en que kiero que este momento perdure para siempre voy y tomo tu cintura por tu espalda, la rodeo con mis brazos y bebo tu perfume del cuello ke algún día será mi perdición. Volteas, me das un dulce beso y dices es tarde, me tengo que maquillar e irme. Así que tomo asiento en la cama y veo que entras al baño, espero pacientemente tu salida mientras hago un recuento de nuestros momentos juntos. Que suerte he tenido. De nuevo me asalta la duda de tu existencia, estoy en eso cuando sales del baño ya maquillada, solo hay una palabra para describirte: indescriptible. Vas hacia mi y ofreces tu mano, la tomo, es sólida, consistente, eso es un alivio, me levanto y dices ke volverás pronto. Intento besarte pero no me lo permites, ya tienes puesto el labial. Te desprendes de mi abrazo, tomas tu abrigo y te vas. Voy a la ventana para verte pasar, despedirme de ti y mandarte un beso

En la calle doña Aurencia y daño Inés están sentadas en las mismas mecedoras de hace 15 años, sacan a relucir los chismes de la semana, luego la ven salir. Pregunta Aurencia sin tiempo de ke la otra le responda: que le habrá pasado? porke ira tan sonriente? De donde saco ese feo abrigo? De nuevo trae esas feas piedras colgando... ahora que hace? A kien le dice adiós, Inés? Déjala, Auri kerida, déjala que viva en su mundo, que le diga adiós y le mande besos al vació callejón de donde salio.