Cuando cierro los ojos, arremete contra mi voluntad, un recuerdo en blanco y negro, alrededor de las sábanas de uno, dos o tres hoteles limeños. La ducha, la ventana fulminante, los encuentros pasajeros y lo muy bien vivido. Hasta ayer, no llevaba estampado con claridad, sobre el pecho, el sentimiento correcto sobre lo ocurrido. Justamente anoche, a la par de una escena psicológica sobre un diván y por la mañana, embabosado con una canción de amor real, pude encontrar una tímida respuesta y saber que, para la tranquilidad de mis prejuicios, esta vez no me equivoqué.
He descubierto entre la luna y el sol de este amenecer que...
Llevas dos luces que no iluminan el camino, siempre pensando entre el pasado y el destino, como si sólo ello fuera lo importante, te alejas del presente que pudiera haber maquillado una sonrisa salvadora.
Te has quedado hueca de vacíos, tratando de llenar un alicaído cuerpo, desprovisto de amor envuelto en lazos, por que añoras más, regodearte en el deseo por recibir. Y dices haber estado enamorada, o lo que es lo mismo, -en tu caso- extrañas haberte sentido deseada, a pesar de las pruebas irrefutables.
Escucho el leve quejido de un viento que ya no soporta llevarse tus palabras.
Ahora buscas con ventaja pírrica, saber más del mundo en el que vivo, has querido dibujar adyacente un trozo informático de amistad gentil, un zesgo en tu forma de verlo todo, un cambio de timón. Lo siento. La proa está pronta a quedarse sin marinero. Al mar has contagiado de hipocrecía y las aves que antes podían volar, emigraron lejos, caminando.
Me pregunto ahora pisoteando mis dudas de siempre, sobre si acaso todos saben ya, que sientes como nadie, expresas como pocas, cautivas como ninguna, y exitas hasta la astiedad. ¿Todo ello acaso sabrán más de uno en este mundo? ¿Y cuántos sabrán que no logras amarrar un recuerdo?
Ni lo breve e insignificante, ni lo deseado, ni el paso tuerto por tu memoria te salva, la entorpecida angustia te traiciona, las propuestas incandescentes, surgen, sin panorama de respuesta.
Tengo lágrimas encarceladas, tan sólo pensadas como un intento vano por reescribir una posibilidad imposible, y mi anhelo herido cae, inoculado de pesar, y este peso, en el alma, me ha dejado, por plena decisión, eternamente callado, a tu favor.
He descubierto entre la luna y el sol de este amenecer, que he vuelto a ser libre, otra vez. |