Pelea de Compadres, Final
Los muchachos llevaron la yegua a su destino y el Alazán, siempre tratado con pleitesía y excesos de mimos, acostumbrado como estaba a que le llevaran y servirse de las mejores potras de la comarca, miró de lado y con desdén, a aquella nueva criatura para que recibiera sus servicios. Lo hizo con inapetencia, sin ganas, ese día no se sentía de muy buen talante y fue algo así sin entusiasmo y como a media máquina.
Semanas después y con el paso de los meses, fue evidente que la yegua estaba embrazada. Los preparativos desde un principio, fueron apoteósicos. Al momento del parto, se había preparado, el más grande de los jolgorios vistos y seguramente por ver. Incluso, un carnero que había sido regalado al nacer, por el paisano, ahijado y amigo Tarek El Said, fue considerado la fecha exacta para su sacrificio. Al llegar la hora, fueron traídos sendos veterinarios, uno de cada hacienda para garantizar la excelente atención. En los preparativos la comida y la bebida, podía decirse se acumularon por carretadas. El comienzo de la hecatombe fue al nacer el vástago: vino a la luz del mundo, la más ordinaria de las criaturas vistas en mucho tiempo: Era un mulo. No hace falta describir, que la pelea entre los compadres, también fue algo histórico. Algo así como una tercera guerra mundial. La enemistad y las recriminaciones duró hasta el fin de sus días y aquellos muchachos ya viejos, responsables de semejante exabrupto recordaban de vez en cuando la inusual travesura y conservaron el secreto hasta el día de su muerte, tal como lo habían prometido...
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