Ensayo reflexivo sobre " La Metamorfosis"
La metamorfosis; cuento que narra la transformación física, emocional y familiar de un personaje llamado Gregorio Samsa. Esta, nos demuestra, mediante una extensa y completa metáfora, los sentimientos y angustias de un hombre que no se conoce a si mismo. Al este personaje encontrarse descubre, junto con su transformación física, la transformación de su familia, que demostrará su verdadera cara. Gregorio, al convertirse en una cucaracha, perderé su aspecto de personaje humano, pero esto lo hará reconocerse y crecer como ser humano en su interior.
En esta obra, existen muchas metáforas que podemos introducir a la vida cotidiana de cada uno de nosotros. Pero la que más me impactó fue la que estoy apunto de comentar: la manzana incrustada en la espalda de Gregorio.
Cuando Gregorio aún conservaba su aspecto físico, el padre se encontraba generalmente en cama, descansando o tomando una siesta, debido a que no era necesario en la familia y menos en el aspecto económico.
Al Gregorio transformarse en una cucaracha, el padre podía, y tenía que volver a asumir su rol como hombre de la casa, y esto definitivamente implicaba el aporte económico. Debido a esto el tuvo que volver a trabajar, y aquella actitud holgazana y avejentada se perdió. El señor Samsa, era ahora un hombre derecho, firme y fuerte que se presentaba con poder de grandeza frente a un insignificante insecto, un insecto que alguna vez fue su hijo, fue su fuerza, fue quien lo opacó, pero hoy era…Nada.
El padre, sintiéndose en aquel momento poderoso, amenazó a su propio hijo sin palabras, sin saber que hacer, pero con una mirada y un pie gigantesco levantado a lo alto frente a un insecto, una muerte rápida o hasta una gran herida. ¿Pensaba acaso en aquel momento a quien le quitaría la vida? ¿Pensaba acaso, el señor Samsa, que era su mismo hijo quien tenía al frente?
Así es que empezó un recorrido, una carrera. En esta se jugaría la vida de un insecto, el corazón de un hijo convertido en algo insignificante y la soberbia de un padre dejándose vencer por el orgullo.
Cuando ambos se percataron del cansancio que causaba aquella persecución, el padre tomó en sus manos una manzana y la lanzó. Gregorio en aquel momento sintió como la manzana que había sido lanzada, no le había golpeado, más había rodado junto a él. Y así continuó con el bombardeo de manzanas de mesa, manzanas que alguna vez comieron juntos, manzanas que siendo un fruto de la naturaleza fueron también frutos del pecado, pecado de envidia.
Se relata en la Biblia como Dios les prohibió a Adán y Eva comer de los frutos de cierto árbol, aquellos frutos curiosamente eran manzanas. Al estos comer de aquellos frutos lo hacen por envidia, por querer ser como alguien mas y no reconocer quienes eran ellos.
El señor Samsa lanza aquellas manzanas por fruto de su envidia, de su odio, del rencor guardado en su corazón. Y aquella tarde se conmemora el primer pecado, el pecado de envidia reflejado en tan simple fruto: una manzana.
En algún momento, una de las manzanas lanzadas roza la espalda de Gregorio sin hacerle daño. Con este acontecimiento ya podemos detenernos por un momento y observar que a este ya la estaba afectando de cierta manera el rencor guardado del padre que se expresaba en aquel momento. Si bien Gregorio no estaba realmente conciente de que si le dolía o si le afectaba, lo hacía. Mas adelante otra manzana quedaría incrustada en su carne, en la espalda.
¿Qué es lo que se nos quiere decir con esta metáfora? Una manzana, lanzada por el padre, quedó incrustada, penetrada se hizo parte de la carne de Gregorio “como un visible testimonio de lo sucedido”. Y es que esta manzana no fue una “manzana” propiamente dicho. Fue rencor a todo lo que antes este había hecho. Gregorio era ahora el hombre de la casa y el señor Samsa no era nadie, mas que un anciano en cama. Fue odio, por que hasta aquel momento toda la atención iba hacía él, pues si bien antes tenía aspecto de hombre era una cuchara por dentro, y ahora que era una cuchara tenia el corazón de un hombre que siempre anduvo solo. Fue envidia, fueron recuerdos, fue un grito que decía “¡No te quiero más cerca de mí y de mi familia! ¡Vete, vete y devuélveme la vida que una vez tuve!” Fue un grito de hombre frágil y débil, no de padre, solo de hombre.
Se dice que después de este acontecimiento, Gregorio había perdió cierta agilidad y movimiento en su cuerpo y no podía ya siquiera pensar en trepar las paredes, su mayor alegría hasta aquel momento y única acción que podía y anhelaba hacer. Por más de que muchas veces el padre Gregorio resultara indiferente para Gregorio, esto muchas veces era una máscara, una máscara que no quería aceptar la influencia de este en su vida, una máscara que no quería aceptar cuanto Gregorio anhelaba que actuará como un verdadera padre, pero más importante, como un verdadero amigo. La manzana quedó incrustada en la espalda de Gregorio por que esta vez si lo aceptó, esta vez si vio que era lo que pasaba. Su padre no lo quería, no lo amaba. Como dice en un libro llamado “El arte de amar”, el amor de una madre es incondicional, pero el de un padre cuesta, hay que ganárselo.
A partir de este acontecimiento, pero no estrictamente a causa de este, es que Gregorio irá padeciendo una muerte lenta, una muerte dolorosa pero no físicamente, si no emocionalmente. No solo sufrió físicamente las causas del deterioro y abandono, pero además perdió una madre, un padre y a la única persona que lo apoyo siempre. Gregorio nos demuestra que la soledad de alma y corazón es el peor de los venenos y el más efectivo.
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