El picaflor

Solymar queda a unos 24 kms. de Montevideo, la capital del Uruguay, y es ahí donde vivo. Mi casa no es grande, el jardín algo más espacioso. Toda mi vida soñé con vivir en una casa con jardín, así que cuando pasando los 50 logré tener una, comencé a plantar y poner objetos en el jardín de muchas partes del mundo. Bien al comienzo dejé construir un estanque de unos 3 mtrs. de diámetro en su lado más ancho, más o menos con forma circular sin ser un círculo más bien con ondas. Y sobre ese estanque tengo un puente de madera con piso de piedras canto rodado de varios colores. El puente es fuerte y se puede cruzar. Claro que el camino no es muy largo teniendo en cuenta que todo el diámetro del estanque es de 3 mtrs. Además muy lejos no se llega porque al final del mismo se topa con una pirámide de cristal. A la izquierda del puente dejé construir una cascada de varios escalones hacia donde desde el estanque con un motor escondido, una manguera chupa el agua, lo transporta hacia arriba y lo expele por el final de esa misma manguera hacia las piedras para luego terminar en el estanque en donde unos peces de colores en el verano se ponen de tal manera debajo del chorro que dejan caer esa agua sobre sus lomos como en un Jacuzzi. ¡Les encanta!
Lo que voy a relatar ahora no es un cuento, sino un hecho real, que me sucedió a mí un día de verano, en el cual decidí sentarme en una silla de jardín mirando los peces, el estanque y ver y oír el murmullo de la caída del agua a través de las piedras. De pronto oigo un sonido y supe que era de un picaflor que había descubierto la cascada. Ese pajarito diminuto que es una joya que pintó Dios, se “paró” a un metro y medio de donde yo estaba sentada, batiendo sus diminutas alas mojándose con las gotas que no caían directamente al estanque, sino que mojaban algo el entorno. Yo sentada lo veía de perfil a la altura de mis rodillas. El picaflor no me vio. De pronto se percató de mi presencia. Giró sobre si mismo siempre manteniéndose a la altura de mis rodillas y de pronto ante mi enorme asombro se elevó volando hasta que se “paró” a la altura de mis ojos. Ambos nos miramos. El contacto habrá durado como máximo un segundo y luego como una flecha desapareció de mi vista.
Me pregunto una cosa: ese pajarito al percatarse de un potencial “enemigo” estando aún a la altura de mis rodillas, debía haber desaparecido desde ahí. Pero al contrario buscó un contacto más directo un contacto de alma a alma.¿Como supo él que mis ojos estaban en un punto bastante más arriba del cual se encontraba él? Pero más importante aún, como supo que el alma se refleja por los ojos. ¿No se dice que el alma se refleja por ellos? Si es verdad que el alma se refleja por ahí, solamente otra alma puede querer buscarla. Ya puedo escuchar comentarios como “que estupidez que escribe esa mujer” “como un animal y más aún un pájaro puede poseer un alma” Quizás el alma de los animales no esté tan desarrollado como el nuestro, aunque viendo como el mundo está destruyéndose alrededor nuestro por los “desalmados” tengo mis dudas sobre el alma de los humanos. Pero que nosotros tenemos uno de eso estoy segura, que lo pongamos a actuar correctamente eso es otra cosa.
Creo que Dios, o esa energía que nadie puede visualizar o entender nos dio a todos los seres vivientes no solamente órganos parecidos, y cuánto más grande es el animal, más parecidos son, sino también un “algo” no tangible, etéreo que lleva la esencia de ese ser dentro. Ese “algo” que cada cual puede catalogar como quiera, o negarlo, y que yo llamo alma.